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EL GRAN PROBLEMA DEL CAMPESINADO COLOMBIANO

El lunes 30 mayo, 2016 a las 3:11 pm

Bulevar de los días

Por Leopoldo de Quevedo de Monroy.
Loco-mbiano.

Campesino colombiano

Los problemas del campo, de los campesinos que viven a kilómetros de la ciudad, a donde no llegan los vientos contaminados de la civilización occidental, no han sido comprendidos por el gobierno del centro de la gran ciudad. Son dos países distintos. Las calles, los negocios, los tentáculos que allí se mueven, no se divisan por los humildes campesinos, esos reyes sin corona que aún subsisten en Colombia.

Reyes porque viven en la simplicidad, metidos en su trabajo, en sus horarios, en sus mínimas esperanzas que les brinda la tierra y el paisaje en unas condiciones que no han cambiado desde que aprendieron el lenguaje del azadón, sus dos bueyes, sus cuatro gallinas, dos vacas, su arado, el sol, las siembras, la cosecha, las lluvias y la noche con estrellas. Esa vida no ha cambiado. Pero se les desaparecieron los mercados de pueblo en donde vendían en directo los frutos de sus parcelitas.

Los intermediarios y los falsos campesinos han robado su herencia. Se aprovechan de su humus, del amor por la tierra, del apego a la Naturaleza, al rumor del río, al calor de las cañadas y las vegas. De la paz que nace del desapego al afán de lucro, a sacar ventaja del valor de la comida que produce para los estómagos de los demás.

No han viajado a Europa o a otros países en donde la agricultura no es despreciada sino fuente de riqueza y bienestar para quien la practica. Allá hay vías de acceso en perfecto estado, hay viviendas decentes, maquinaria eficiente y apta para cada necesidad: para preparar la tierra, para la siembra, para la recolección, tienen asociaciones para actualizar técnicas y facilidades de los gobiernos para adquirir vehículos y maquinarias y dinero para almacenar sus productos.

Acabo de leer* que la Unión Europea aportará, como primer paso de solución en el postconflicto,  575 millones de euros para el desarrollo integral del campo: Abrir vías terciarias – no de tercera categoría -, construir puentes y escuelas veredales. Y esos desembolsos serán efectivos y rápidos. Pero, ¿a dónde irán a parar? A donde están los cacareados 350 mil millones de los que hablaba hoy el viceministro de Agricultura en la W que destinó para cumplirles a los organizadores del tal paro agrario hace dos años.

El niño campesino tiene derecho a una redención, la mujer y el hombre campesino tienen derecho a educación para optimizar su trabajo, se los han ganado para que se les mejore su estándar de vida y habitación, se les capacite y brinde apoyo para salir de la miseria y el olvido en que han vivido por siglos. Más ha pensado en ellos la UE que el gobierno colombiano que da las mejores tierras y beneficios a grandes empresarios y consorcios que nunca han pisado un campo ni han vivido la penuria.

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