«GRACIAS, JOVEN»
«Buenas, joven», me dicen cada que las visito. Me miran acogedoramente y veo que se han llenado de hojas y flores secas, y se afean con esos residuos marchitos. Entonces me pongo con paciencia a limpiarlas de todo eso que sobra, y otro rostro muestran, más limpio y jovial. Y me miran… «Gracias, joven», dicen. Y veo cómo reviven a la luz del día; muchos recuerdos traen a mi vida esas flores púrpura, porque mamá las sembró y las cuidaba, y todavía viven allí esas azaleas desde tiempo ha. Delicia verlas.
«Gracias, joven», repiten; y entonces les respondo: «Nada de joven; os conozco desde hace 70 años, y nunca habéis dejado de florecer ni de adornar la mirada». «Gracias, joven», responden de nuevo. Y me miran; tienen el don de la paciencia que espera bajo sol y lluvia, bajo el día y la noche, bajo el frío o el calor.
La última tarde que las visité era fría, el cielo gris, lloviznaba algo; hice el trabajo, cruzamos miradas, y ellas eran mansas y afectuosas como siempre. Ninguna inclemencia las doblega, todo en ellas es brillo de amor y belleza… Maravilla verlas. Y esa vida que nunca termina seguirá quizás por siempre, a la espera de continuar adornando ese patio donde vimos crecer el tiempo, la alegría y la nostalgia… Hermosas azaleas que no saben ver la vejez.
**RVQ**
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