Doly Enríquez
Poeta y Periodista

Chirimía: Rancho Aparte

Violines Caucanos: Grupo Palmeras

Marimba: Tamafri

Versión Libre: Marimba y Son

“Durante 5 días, más de 600 mil personas circularon por la Ciudadela Petronio Álvarez”; según lo afirmó la Secretaria de Cultura y Turismo de Cali, María Elena Quiñones.

El Bombo Golpeador, con la bandera de Cali inmersa y elaborado por el maestro Diego Pombo, dinero en efectivo y la ovación del público asistente fue un reconocimiento a ganadores del XVII Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, que culminó el pasado domingo 22 de septiembre con un homenaje al maestro guapireño Hugo Candelario González Sevillano; ganador de la primera versión 1997 en el Teatro al Aire Libre Los Cristales.

Fueron 5 días llenos de oralidad, mesas de trabajo, vivencias, homenajes, conciertos, música, bailes, memoria e interconexión que desde este andén del pacífico colombiano se refleja al mundo entero.

La cocina tradicional, la danza y la religiosidad se entremezclan entre las jugas, los currulaos y los peinados.

Luis Edel Carabalí, director del Grupo Palmeras, de Santander de Quilichao

En los peinados se reflejan muchas cosas. Son caminos y salidas para “jugarse” de la esclavitud, de ahí el término “Juga”, me lo explicó Damaris Balanta; voz principal de Palmeras, de la vereda El Palmar de Santander de Quilichao, Cauca, grupo ganador de la categoría Violines Caucanos.

 “Devuélveme mi campo”, “Escuela limpia”, “El gallo de mi vecina”, fueron algunas canciones que me llamaron la atención por su cotidianidad, su sabiduría ancestral que combina muy bien con algo que escuché en el encuentro académico que dice: “Bailando, cantando y al mismo tiempo contando”.

Felicitaciones a todo el equipo de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali. Desde su secretaria, pasando por mis colegas Zuly, Yamileth, Luisa, Ismael, Jorge. De igual forma a la gente de producción y montaje de la gran tarima, Carlos Trujillo, Heriberto Orozco y compañía. Y por supuesto, a la gente que con su comportamiento demostró una vez más que este festival es sinónimo de alegría y paz.