
Se supone que los grupos alzados en armas deberían luchar por buscar una mejor situación para los colombianos, situación que no ven proporcionable por parte del gobierno, motivo por el cual pretenden derrocarlo, mediante una guerra terrorista absurda ¿pero que pasaría si el gobierno lograra demostrarles y sobre todo a la sociedad que si puede proporcionar un bienestar social al pueblo? Parece ingenuo pero de un tajo no se acaba con la guerrilla ni se pone límites a la estúpida barbarie.
Un verdadero proceso de desmovilización progresiva bebe otorgar mejores garantías y obligaciones tanto para el gobierno como para los alzados en armas pues el gobierno estaría comprometido a encargarse de que ese proceso de desmovilización se realizara de una manera viable, efectiva y duradera, y los alzados en armas estarían comprometidos a desmovilizar a sus hombres al ver que el gobierno cumple cabalmente su parte; por otro lado el gobierno se quitaría de encima en gran parte el problema de la violencia en Colombia y los alzados en armas lograrían uno de sus principales objetivos el cual es un gobierno que de garantías que se hagan efectivas.
Al menos 49 mil 121 irregulares se han desmovilizado en Colombia en los últimos cinco años, mientras que otros cuatro mil 770 fueron capturados desde 2006 y hasta octubre de 2008. Tenemos que ser concientes que este proceso no se dará de un día para otro, o en un mes, o en un año, podría durar casi una década, pero es que la paz, la verdadera paz, no se da de un día para otro, ¿si hemos soportado estoicamente cincuenta años de guerra y pervertida violencia, por qué no podemos invertir otros diez años a la paz?
En Colombia el triunfo militar de los alzados en armas es improbable porque: la guerrilla no cuenta con respaldo popular, no existe la amenaza inminente de una verdadera revolución social y el establecimiento no tiene por qué entregar poder o negociar reformas, pero tampoco no es menos cierto que persisten factores que impiden derrotar la guerrilla como la geografía, alianza con el narcotráfico de los insurgentes, las limitaciones que enmarcan la estrategia de las FF.MM. y la actitud de contención que caracteriza la política militar del Estado colombiano. Pese a que en los últimos meses se le han propiciado duros golpes a la estructura de los facinerosos y el narcoterrorismo.
Somos el país más violento de América, “famita bien ganada” porque debido a su prolongación en el tiempo y a su expansión territorial, la guerra en Colombia únicamente es el reflejo del fracaso de sus protagonistas (guerrilla, narcotraficantes, paramilitares y Estado).
Sin embargo, la creciente degradación del conflicto armado en el país ha llamado la atención de esos colombianos ‘acostumbrados’ a los actos de terror más bárbaros como masacres, desplazamientos, secuestros, extorsiones, torturas, falsos positivos, reclutamiento de niños y desapariciones, entre otros. Cada vez y con mayor frecuencia, nos encontramos ante imágenes dantescas y dramas conmovedores de lo que causa este conflicto visceral en los más afectados: la población civil.
lualbamo@hotmaul.com
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