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Esquina del Son

El jueves 17 enero, 2008 a las 10:51 pm

LA CLAVE

Por OCTAVIO PRIETO DUARTE

La música como el amor debe tener un origen celestial. BEETHOVEN decía que la música era el lenguaje de Dios y que él le leía los labios.
Unos dicen que un dios le cantaba a sus ángeles, y uno de ellos se fue con su música a otro lugar.
Otros dicen que un dios creo la materia a la que le agregó un toque de alma y en ella iba incluido un corazoncito con ritmo musical.
Y un tercero dice que en el Paraíso, Marta le cantaba canciones de cuna a su primogénito Caín.

La historia nos señala que los españoles ante la necesidad de mano de obra en su desespero por el oro que existía en el nuevo mundo, cuando lo invadieron, se encaminaron al África, principalmente a las regiones en que habitaban las razas negras de los Yorubas, Lucumí, Carabalí, Bantú, entre otras, para sembrarlas en Cuba para su adecuación como mano de obra.
Estos grupos eran conducidos en grandes y pesadas naves de madera que se movían por medio de remos, labor que realizaban los esclavos negros atados a grillete y cadenas.
Había un momento de descanso en las noches en que la pesada nave hacía un alto en su camino al Nuevo Mundo, el cual era aprovechado por sus habitantes para llamar a sus dioses y el BABALOCHA, santero respetado por sus conocimientos y por su magnifica voz ungida por sus ancestros, iniciaba su llamado es decir, su “rumbita”, porque cada oricihi tiene su llamado de atención.
Así, el mar Caribe se convertía en un altar azul para Abátala, a la cual se le honraba con una piedra de color plateada, a Changó, con una piedra combinada de rojo y blanco, a Yemayá, con una de color azul y blanco. Ochún era reverenciado con el color amarillo.
Esta piedras las denominaban OTA. Cada OTA tenía una característica y en tierra, cuando la vida de los negros-esclavos era normal, iban acompañadas de otras ofrendas.
Pero en alta mar el discurso melódico era acompañado con patrones ritmos (GOLPES), con variaciones rítmicas…
YEMAYÁ ASESÚ
ASESO YEMAYÁ
ALOLODDO YEMAYÁ
YEMAYÁ ALODDO
Al sonido gutural, al discurso melódico – canto-, al golpe de las manos encadenadas, iba un sonido muy especial para alcanzar la gracia de los dioses, el SONIDO DE LA CLAVE, movimiento rítmico: tres por dos: PA-PA-PA (…) PA, PA, que de manera repetida da el famoso golpe de la clave que identifica el SON CUBANO.
Pero, ¿de dónde salía ese sabroso golpe?. De la madera del mismo galeón que los transportaba. Con sus manos encadenadas los negros-esclavos sacaban trocitos de madera y elaboraban con las uñas y los dientes dos bolillos de madera y los golpeaban, uno con el otro, para dar el sonido de la clave. Y así, de esta manera, conseguir la gracia, el ACHE, de sus dioses.
Con la cultura africana de lugares muy específicos, arribaron a Cuba con ciertas cualidades especificas los negros – esclavos para convertir a los blancos en los esclavos del SON, que es el padre de la SALSA que viene de MONTEADENTRO, acompañado de un Montuno, con el movimiento rítmico de las CLAVES.
Santiago de Cali-2007

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