
ENAJENADO

Monalisa, siempre sabes que regreso. El camino oscuro impedía contar mis muchas coherencias, y faltaban mil quinientas para llegar a tu destino. ¿Y qué era yo para servir de sabueso si nadie escuchaba mis ruegos? Las vísceras… No, no hay vísceras en el pensamiento, como tampoco cascadas de nubes; lograr un mapa claro requiere un esfuerzo dudoso, mucho entrar y salir en la noche del cuervo, y aún no llega mi vestido de combate; el doctor me dice que trate de descansar, so pena de caer en un abismo de locura. Y creo que estoy cerca, veo precipicios oscuros en torno mío, pero probabilidades me dan ventaja de escapar al otro lado. Si acaso no puedo, entonces me contento con las manchas de color que puse en tu retrato. Ojalá no me caigan encima ni me insulten los demás; y no es que quiera deshonrarte; es mi manía de estar contemplando tu imagen, pero a veces veo que se arruga, se estira o se rasga por los sesgos, y ello me produce desazón. No resisto que te borre el tiempo, pero anoche soñé que emanabas un olor extraño; era tíner, o algo así, algún un ácido muy fuerte que atentaba contra tu integridad, y pensé que dándote colores nuevos te salvaría del hechizo que me embruja. Y ahora veo que en mi atrevimiento, así tenga la gracia de verte con ojos nuevos, la inmensa carga del arrepentimiento no me condena. Sin embargo, mañana hablaré con el doctor por si puede salvarme del peligro que me dicen de estar enajenado; en realidad, a veces me preocupa. Tú sabes que yo te reverencio desde hace cinco siglos, y mi vida siempre ha dependido de embrujarme con tu mirada. Sabrás perdonarme si no te gusta que haya pintarrajeado tu casi sagrada belleza. Pero, en fin, estoy a oscuras, y llevo un peso a cuestas que me dice que lo haga.
Adiós… me tocan mis tranquilizantes… Ya viene otra oscuridad por mí, y la séptima no la resisto; es más temible que el horror del infierno. ¿Pero acaso he visto yo el infierno?
**RVQ**
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