
En modo viaje

Vamos de un lado para otro. Rezago de nuestra primitiva forma de vida cuando éramos cazadores y recolectores: necesidad por hábitat de animales, por cosecha de frutos. Lo cierto es que el viaje trae remembranzas, trae experiencias y lecturas. Por ejemplo, el Norte del Cauca, mis raíces; o cruzar el Rio Meléndez, relato de El Alférez Real, un río inmenso donde se ahogaban negros y negras cuando se echaban en sus aguas turbulentas intentando huir de la esclavitud.
Cali sembró en mi espíritu el gusto por la gozadera, la vida chévere, esa vida que refiere Francia Márquez: vivir sabroso; que no es tener abundante riqueza, mucho menos dinero, sino contar con oportunidades, las mismas de todo el mundo, el no ser discriminado.
Un acápite de vivir sabroso es salir a ventearse, darse un baño de internacionalidad, o por lo menos de intermunicipalidad. Ir por pueblos conociendo idiosincrasias, culturas, etnicidades, sabores y, lo que me encanta, escrituras, y bailes porque en las contorsiones malabarescas de la gente se nota su rebeldía, su capacidad de cambiar el mundo (el mundo cambia en cuanto nos rebelamos, en cuanto nos movemos). Un viaje internacional, además, te lleva a otras expresiones, a otras lenguas, lo que enriquece el habla propia y la lingüística de las palabras (no sé si es redundante), y con ello, a otras ideas, a otras realidades; también a otras arquitecturas, a otras músicas, a otros esbozos lineográficos, a otras pinturas.
En fin, viajar nos convierte en la percepción de un evangelio (significa buena noticia) más amplio, más tolerante, más universal. Nos ayuda con plenitud a transformar nuestros universos, a entender que no estamos solos, que nuestro murmullo, así sea leve y bajo, afecta el contexto de un mundo que nos mantiene unidos en este viaje sideral de nuestro planeta en continuo movimiento.
Viajar nos ayuda, con radicalidad, a entender que somos diferentes y que esa diferencia no es causa para vivirnos matando. Cuando uno no viaja piensa que su color es el único, que su casa es única, que su voz es única, y entonces odia la diferencia, discrimina por la diferencia.
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