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EL VIAJE DE “LA PALOMA DE LA PAZ”

El jueves 2 agosto, 2018 a las 2:23 pm
EL VIAJE DE “LA PALOMA DE LA PAZ”

Imagen tomada de: https://www.semana.com

EL VIAJE DE “LA PALOMA DE LA PAZ”

EL VIAJE DE “LA PALOMA DE LA PAZ”

El pasado miércoles 18 de julio del presente año, sucedió un hecho cotidiano, escueto y a simple vista sin ninguna importancia, dentro del maremágnum vertiginoso de las noticias que a cada rato aparecen en las redes oficiales y en los medios tradicionales de comunicación. La noticia simplemente daba cuenta del traslado de la famosa escultura “La paloma de la paz” del pintor y escultor Fernando Botero, que mide 70 centímetros de altura y reposa en un piso dorado, desde la Casa de Nariño al Museo Nacional. Durante el acto de entrega estuvieron presentes la primera dama de la nación, María Clemencia Rodríguez, la ministra de Cultura, Mariana Garcés y Daniel Castro, Director del Museo Nacional.

A simple vista parecía un trasteo común y corriente, ante los ojos de Colombia y el mundo, pero es bueno, justo y necesario, hacer una lectura tras bambalinas del significado simbólico e icónico de aquel acto aparentemente trivial que aquel día sucedió. Es decir, es necesario contextualizar ese momento y “saberlo leer” de acuerdo con lo que nos enseñan los cánones semiológicos y analizar con detenimiento sus contextos.

En primer lugar, es bueno saber que la mencionada escultura fue donada al presidente Juan Manuel Santos en septiembre de 2016, hace ya dos años, en los momentos más turbulentos de la historia del país, cuando estaba en pleno apogeo el proceso de la paz, y los colombianos nos preparábamos para decidir el futuro del país entre el sí y el no, el cual se dio en octubre 2 de ese año, con los resultados nefastos que ya sabemos, vapuleados por el clan de Uribe y sus contertulios guerreristas. De esta manera, observamos el gesto de buena voluntad y de amor al país del artista Fernando Botero, al construir la escultura, con su clásico estilo ya reconocido mundialmente y luego donarla de buena fe y amor patrio, buscando afianzar así de esa manera artística el anhelo de paz que todos buscábamos.

De esta manera simbólica, la escultura se convirtió en el amuleto oficial de la buena suerte que acompañó a los anhelos de paz del gobierno Santos, hasta el pasado miércoles 18 de julio, siendo testigo silencioso y fidedigno de la firma del acuerdo de paz el 24 de noviembre de 2016, el mismo año en que fue donada. Asimismo, fue la anfitriona ideal de los egregios visitantes, nacionales y extranjeros, que nos visitaron a propósito de las continuas reuniones, foros y debates, que se programaron con tal propósito, siendo así la imagen oficial de Colombia en tal sentido.

Dicen por allí que lo bueno dura poco. La empatía entre Santos y la escultura magnífica duró casi dos años y ya sabemos quién y quienes van a ser los nuevos inquilinos de la casa de Nariño, junto a sus propósitos sobre la paz y por eso, se ordenó el viaje de la escultura de la misma al Museo Nacional, donde ahora reposa… en paz. Pero ya la paz ha sido sembrada y Juan Manuel Santos pasó a la historia por su amor y fe en ella.

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Otras publicaciones de este autor: https://www.proclamadelcauca.com/tema/noticias-proclama-del-cauca/opinion/javier-enrique-dorado-medina/

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