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El teatro Paz

El martes 16 octubre, 2018 a las 1:24 pm

El teatro Paz

El teatro Paz

El teatro Paz

De mi próximo libro. “Cantaleta al difunto”, les adelanto esta historia.

  • En la época de oro del cine, cuando la televisión en blanco y negro con su señal borrosa era la competencia, las salas de cine eran como templos mágicos donde bullían el color y los sueños.
  • Esta es la historia del auge, agonía y muerte de la de Santander de Quilichao.

-Permiso lo acompaño mientras llega mi mujer. ¿Usted vivió aquí, cierto?…

–Sí, hasta hace como 40 años.

– Sabroso que era este pueblo… claro que estábamos en plena juventud y casi todos nos conocíamos y no se había extendido tanto, ni mataban gente como ahora.

-La mejor época es la de la niñez y la juventud, sin importar donde la viva uno, así sea en un cagadero. En los 60 y 70, este pueblo era la verraquera, sobre todo para los niños, pues teníamos mucho espacio y naturaleza para divertirnos.

-Claro… la piscina pública, los ríos y sus charcos para pescar, bañar y hacer paseos de olla, la cueva del indio y sus alrededores, los bosques casi vírgenes como Monterredondo, a la salida para San Pedro y a donde nos íbamos a ‘caucherear’ y bolear honda, los guayabales y frutales que se daban silvestres y todo el mundo podía cosechar sin que pusieran problemas, como pasó después que los mafiosos compraron varias fincas; los partidos de fútbol en las calles de este centro y en las de ‘barrio de lata’, cuando casi no había carros y los campeonatos de básquet en la escuela Tello… en fin, son tiempos que se nos quedan en la memoria.

– Lo que más extraño es el cine en el teatro Paz. ¿Se acuerda?… Era de las mejores diversiones que tenía este pueblo de noche, pues fuera de sentarse a recochar en las bancas del parque con la gallada, ir a visitar a la novia en la puerta o en la sala de la casa y con la suegra al lado, jugar billar en el café Gloria, cartas, a los dados y comer chuletas que se salían del plato donde Villanueva, o irse los fines de semana a bailar al Grillo, a Costa Azul y a casetas como la Toscana y la del negro Castillo, o a la ‘zona’ al metedero de Carlina, Las Delicias, el Happy Night y donde Miss Espuelas a tomar trago, bailar y pichar con las muchachas, no había más diversión que meterse a cine a ver toda clase de películas en colores y con pantalla grande, pues la televisión en esa época era un lujo de ricos y además malita, en blanco y negro y con señal borrosa…

-Pero te acordás de muchas cosas de ese tiempo…

TEATRO MERA o PAZ-Eso me dicen, que tengo memoria fotográfica… Recuerdo las que se armaban en ese teatro con toda la gaminería que nos juntábamos en luneta, pues en el segundo piso, que era más caro, entraban las señoras y la ‘gente bien’ con sus familias y las parejas de novios a besarse y manosearse apenas apagaban la luz. Las películas eran de toda clase… Cuando era niño veía las del ratón Mickey, Pluto y las del niño español Joselito y de Marisol, que también cantaba, cuando tenía como 12 años, en matiné de los domingos y en vespertina pasaban muchas películas de charros cantantes, luchadores y cómicos mexicanos… Pedro Infante, Tony y Luis Aguilar, después Enrique Guzmán y Cesar Costa; el Santo, el Enmascarado de Plata, Blue Demon, Tin Tán, el hermano de don Ramón, Clavillazo, Viruta y Capulina y el mejor de todos: Cantinflas, aunque las del Gordo y el Flaco y Chaplin también gustaban mucho. Traían muchas de vaqueros mataindios, con John Wayne, y las italianas de Ringo y Yango. También de emperadores y gladiadores romanos como el Cesar y las cagaditas de Nerón y Calígula, aunque las que más me gustaron de ese estilo fueron Cleopatra y Ben Hur. Otras bacanas eran de la Segunda Guerra Mundial, de aliados contra alemanes y japoneses, como “Arde París” y de comandos, las que más me gustaban por la acción, fueron “Los cañones de Navarone”, “Los 12 del patíbulo”, “Donde las águilas se atreven”… esas sí eran cintas y las pasaban en vespertina y noche durante una semana y colas de dos cuadras cuando recién las traían… También presentaban de suspenso como “Los Pájaros” y Psicosis de Hickocht y una que otra película de política y raras de Francia, Italia, España y otros países, pero la mayoría eran buenas, por el estilo de “Z” y “Estado de Sitio”, de Kosta Gavras. Las de espionaje también eran muy buenas y sobre todo las primeras del agente 007, que tenían una acción intensa de principio a fin y las de Frankestein y Drácula, cuando se pusieron de moda las de terror… Recuerdo a los porteros don Hernán Vásquez, el papá de ‘boca de jarra’, y el negro Candelo… buenas personas los viejos, a veces nos dejaban entrar cuando casi no había gente y uno se paraba a conversarles.

-Yo también recuerdo una época en que madrugábamos a colarnos recién abrían el teatro y no había llegado el personal… Con ‘Garra’ nos metíamos arriba y como éramos pequeños nos acostábamos en el suelo, en el espacio que quedaba entre la pared y las bancas. Tocaba aguantarse las pulgas durante más de media hora, para al fin salir, cuando empezaba la musiquita de ‘Cascanueces’ y apagaban las luces para pasar los cortos. Entonces nos levantábamos del suelo, con sorpresa de los novios que escogían las sillas en la última hilera para poder amacizarse sin que los vieran y sabotearan y a quienes pedíamos que se quedaran callados.

-Otro estilo de colarse era subirse por un poste que quedaba a la vuelta de la casa de Oliva Morales y caminar por el techo, tratando de no quebrar tejas, hasta una ventana de los baños del segundo piso; pero le pusieron un alambre de púas, aunque recuerdo que una vez se varó un camión de Bavaria y encaramándonos por las barandas nos colamos varios…

-En fin, el teatro Paz era punto de encuentro y había personajes que no se perdían cinta, como doña Guiomar Zapata, la mujer de Sergio Banguero y mama de ‘Caguito’, al que primero mató el cáncer en el paladar por fumar como preso, que la cirrosis por beber todos los días… Esa señora no se perdía una.

-Perdona que te corte… Pero había otros que eran los mejores representantes de la gaminería local. ¡Qué tal los ‘tirapedos’ ‘Trueno’ y ‘Redoblante’! que tenían puesto fijo en luneta y competían para ver cual se echaba la treinta y una más larga, o el pedo que más traqueara, apretando el culo contra las bancas de lata, para amplificar y darle tono al sonido y especialmente, cuando la película estaba en el mayor momento de suspenso y todo el mundo callado, porque detrás de una pared los bandidos esperaban al ‘tipo’ de la película; al fin, el enamorado iba a poder besar a la novia después de tanto insistirle; o Drácula se alistaba para clavarle los colmillos a la muchacha… ese pedo sonaba como una bomba y cual más soltaba la carcajada. Estos dos personajes que dizque se preparaban para el concurso visitando la fritanga de la negra Pacha, donde hacían unos revueltos de morcilla, con quemapata, kumis de donde Vicente y chicha de don Chalo, para entrar a las películas con un arsenal completo en esas barrigas…

-También recuerdo otra embarrada que hacían en luneta al prenderles periódicos y velas por debajo de las bancas de lata, a los que se quedaban dormidos y empezaban a roncar… Cuando se calentaba él sentadero y el paciente pegaba el brinco y el madrazo, todo el mundo se cagaba de la risa… Eran dos películas: la que pasaban en la pantalla y la que vivía entre el público, como cuando se cortaba la cinta y se soltaban a azotar las sillas metálicas y desbocaban el ‘jetabulario’ y las rechiflas y gritos contra los que manejaban los proyectores: a veces el viejo Vaca, Mafla, o cuando gritaban “Maciste soltá al pollo”, etc., etc…

– Me hacés acordar de cómo se emocionaban tanto con la trama de la película, que aplaudían y gritaban de felicidad, cuando el ‘tipo’ o los ‘buenos’ mataban a los bandidos, o cuando gritaban advirtiéndole que detrás del árbol o de la pared lo estaban esperando… También recuerdo que ahí prendí el primer cigarrillo, cuando tenía como 10 años… un Pielroja que me puso a toser. En medio del halo de luz que proyectaban los reflectores flotaba el humo de todos los fumadores, pues en esa época no era prohibido, como ahora…

-Y qué de las rifas del 24 de diciembre, en la época que tener televisión y hasta nevera era lujo de pocos… Con la coletilla de las entradas daban boletas para participar… empezaban con ollas, vajilla, una estufa, plancha, licuadora y de premio mayor, una bicicleta marca Phillips, de las negras, con espejo, parrilla, guardabarros, dinamo para prender las luces… era lo máximo en ese entonces.

-Son tiempos que no volverán y la televisión a color, el TV cable, el internet, el betamax, los CD acabaron con los grandes teatros de antes… Así pasó con los de Cali, como los Cinemas, el Calima, San Fernando, el Aristi y otros adonde íbamos a ver estrenos… ahora son salas pequeñas con un sonido y efectos visuales espectaculares… los tiempos cambian y se me alborotaron los recuerdos, ahora que acabé de ver un letrero grande de “Se Vende” puesto en los altos de lo que fue el teatro Paz… Ahí viene mi mujer, después seguimos hablando.

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Otras publicaciones de este autor en: https://www.proclamadelcauca.com/tema/noticias-proclama-del-cauca/opinion/felipe-solarte-nates/

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