
El maltrato en la niñez y sus normas afines
Para comenzar y abordar con objetividad un problema social de tanta importancia como es el castigo físico a los niños, como manifestación de la niñez maltratada, contrariamente frente a la gran limitante y es la escasa e inadecuada información oficial que existe al respecto, en vista de los innumerables esfuerzos que desde hace unos 11 años ha desarrollado el Estado Colombiano, para contar con un marco jurídico e institucional que incorpore a la niñez y a la juventud como ejes alrededor de los cuales se debe centrar gran parte de la política social.
En el año de 1968 se creó el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF– para la defensa y la protección de los derechos humanos de la infancia y la juventud, y más tarde en el año 1994 se expidió la Ley 115 (Ley General de Educación), en el 2006 se expidió el Código de la Infancia y la Adolescencia, en el año 2013 el Estatuto de Ciudadanía Juvenil, siguiendo con la Ley 1620 de 2013 (Ley de Convivencia Escolar), con el paso del tiempo se expide la Ley 1804 de 2016 (Ley de Primera Infancia), de modo similar la consagración de los derechos de los niños contenidos en el artículo 44 en nuestra nueva Carta Política, la creación de la Procuraduría Delegada para la Familia y los Acuerdos que a nivel internacional a suscrito Colombia desde el año de 1989, como son la Convención sobre los derechos del niño y la Declaración Mundial sobre la supervivencia la protección y el desarrollo del niño, que dieron lugar al Plan de Acción a favor de la Infancia.
En consecuencia este importante escenario Institucional y Jurídico, inversamente no se sabe cuál es la verdadera dimensión de esta problemática. Queriendo conocer estadísticas que me permitieran conocer cuál es el número de casos de niños maltratados en el Cauca, cual es el tipo de maltrato relevante, el origen y características del mismo. Encontrándome con gran sorpresa que tan solo existe una información fragmentada, que nos lleva a suponer que el maltrato físico y psicológico tanto dentro como fuera de la familia, quizá se constituyen en la mayor amenaza para el desarrollo de nuestros niños y niñas.
Del mismo modo, podríamos suponer empíricamente, que el maltrato de niñas y niños es un hecho que tiene ocurrencia en el diario vivir de nuestra sociedad y que este problema no está asociado necesariamente a condiciones de pobreza, sino que trasciende los diferentes niveles sociales. Por ende en uno y otro estrato social los niños y niñas están expuestos a permanentes condiciones de riesgo. En efecto, independientemente del estrato social al que pertenezcan, pueden ser niños no deseados, niños y niñas con limitaciones físicas, o NNA que no llenan las expectativas de Padres, niños y niñas que por diversas circunstancias tuvieron la desgracia de ser, más que hijos, victimas indefensas de las frustraciones y amarguras de Padres que cuando niños quizá fueron igualmente maltratados.
Llegado a este punto las Instituciones Públicas y Privadas que tienen a su cargo la misión de velar por la protección de nuestra niñez, deben avanzar en el análisis sistemático de esta problemática, puesto que en esta medida se puede desarrollar modelos efectivos de prevención y de terapia, adaptados a las verdaderas características de cada región, es de no olvidar que en el proceso de crianza y socialización de los niños, niñas y adolescentes involucran asuntos de orden sociocultural específicos. Al mismo tiempo es importante entender que la réplica de programas éxitos en países industrializados o en determinados grupos sociales no son igualmente exitosos en países en vía de desarrollo.
De modo similar para muchos niños y niñas la vida escolar fácilmente se convierte en otro mundo en el que se les impide retar su imaginación y creatividad, exigiéndoles, al igual que en muchos hogares, una supuesta docilidad que generalmente encubre grandes frustraciones y angustias, que a la primera oportunidad se traduce en relaciones interpersonales altamente agresivas o conflictivas.
¿Qué hacer entonces para disminuir este círculo vicioso que se constituye en un lastre para nuestra sociedad? Creo que lo primero que debemos hacer es tomar conciencia que somos los adultos los responsables del comportamiento de los niños, niñas y adolescentes. Ellos, nuestros niños, como todo ser humano por inexperiencia tienen múltiples posibilidades de equivocarse, pero también de reparar sus errores, y no es precisamente atreves del maltrato que le brindamos la oportunidad de reparar, aprender y crecer, para que sean en el futuro no solamente adultos felices sino padres comprensivos, y amorosos, pero sobre todo conscientes de su tarea de educadores de generaciones venideras.
En resumen se hace necesario a que unamos esfuerzos para promover en todas las esferas de nuestra sociedad, el afecto, el amor, la solidaridad, la autoestima, el respeto y la tolerancia, convirtiendo cada momento de nuestra vida familiar y social en una oportunidad de afianzar estos valores.
No se trata de que los niños, niñas y adolescentes no vean la violencia; lo que no podemos permitir es que siga ejerciendo sobre ellos.
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