
El incómodo Roy.
Cuando uno ya va frisando las tres décadas de fisgonear, analizar y comentar política, empieza a tener conciencia de la existencia de ciertos patrones; quizás el más notable es el de la falta de coherencia que tenemos la mayoría de los colombianos, a la hora de apoyar nuestras propias iniciativas o de elegir dignatarios públicos. Otro importante patrón, íntimamente ligado a la falta de coherencia es el del “voltearepismo” de ciertos líderes políticos.
Si existiera un diccionario de la jerga política colombiana, es muy probable que a la hora de ilustrar gráficamente el significado de “voltearepismo”, la imagen que acompañaría el texto sería la de don Roy Barreras; médico, poeta, acróbata, equilibrista y senador del Pacto Histórico.
Como eximio oportunista político, el hoy centro izquierdista senador Roy Barreras, sin vergüenza alguna ha demostrado sus dotes de saltimbanqui ideológico que, a la mínima oportunidad de apostarle a caballo ganador, no duda en practicar sus acostumbradas volteretas para quedar parado en lugares de privilegio, justo al oído de sus nuevos mejores amigos políticos, a quienes no olvidará, así le toque dejarlos apeados en otras orillas ideológicas.
El flamante presidente del senado de Colombia consciente, como es, de la incoherencia electoral de los colombianos, ha sabido situarse con las corrientes políticas que detentan el poder, avanzando de forma paralela, en la construcción de su propio “ismo” (el Barrerismo para más señas). Así las cosas, al olfatear el creciente apoyo que estaban teniendo las propuestas de cambio de los sectores alternativos alrededor de la figura de Gustavo Petro; don Roy, no dudo ni un milisegundo en volver a brincar de su cómodo sitio en la derecha de la gente bien, para caer parado al lado y oído del nuevo presidente de Colombia, después de haber ofrecido sus dotes de culebrero y de hábil repartidor de favores.
Convencido de su papel de Richelieu[1] criollo y fortalecido por los titulares de una prensa al servicio de las élites de Colombia, Don Roy, no solo aconseja, sino que se atreve a hablar duro en contra de quienes osen arrebatarle el oído y algo de la atención del presidente Petro. Aprovechando la necesidad que tiene el Pacto Histórico de mantener espacios de maniobra política con los nuevos y peligrosos aliados, el Richelieu valluno ha empezado a maniobrar por cuenta propia para hacerse al poder local, usando las toldas, pero, sobre todo, el respaldo popular del Pacto Histórico, para reforzar su partido personal.
De necesario y muy útil nuevo mejor amigo del presidente (el que sea, en este periodo: Gustavo Petro), don Roy siempre pasa a convertirse en un jugador incomodo en los círculos del poder, no tanto porque sus propuestas y su accionar sean disruptivos, es decir, que rompan con lo establecido, sino por todo lo contrario; esto es, por su indeclinable afán de mantener el statu quo político que le permite tener el favor de unos y de otros, a quienes parece conocerle ciertas infidencias o a quienes parece comprar con favores políticos aquí o allá.
Luego de hablarle duro a la ministra de salud del Pacto, hacer público su alinderamiento con sus viejos amigos políticos, hoy en la oposición y al presentar su propio partido: La fuerza de la Paz, el bardo senador deja claro que nunca olvidó a sus amigos y socios de la derecha, como tampoco a sus patrocinadores y jefes, los gremios económicos (incluidos los dueños de las EPS) y que alrededor de la paz y de su habilidad para maniobrar y manipular electoralmente en las regiones, está dispuesto a materializar su aspiración de consolidar su propio poder nacional.
Era evidente que este comportamiento del aspirante a Richelieu colombiano, elevado a la categoría de divo o Rockstar político, por parte de la mal llamada gran prensa colombiana, iba a crear fuertes malestares dentro de los históricos sectores del progresismo colombiano, mucho más, si como ya se anotó, las recientes salidas públicas de don Roy, empiezan a confirmar los temores que se tenían de su lealtad con los principios del Pacto.
Quienes apoyamos y elegimos las propuestas del cambio, creemos firmemente que es el momento de avanzar en la consolidación del nuevo estilo de hacer política y de gobernar, sin embargo, muchos también tenemos claro que los actos equilibristas de don Roy, en lugar de llenar de confianza a los indecisos, terminarán alejándolos, puesto que es muy probable que empiecen a percibir que esa esperanza de renovación de las costumbres políticas, nuevamente podría verse frustrada por el reencauche de viejos jugadores políticos, por culpa de los malabares electoreros del camaleónico equilibrista y presidente del senado; el muy incómodo Roy Barreras.
[1] Domingo González Hernández (2020). La resistencia francesa a la idea de Imperio y el nacimiento de la razón católica de Estado en la época de Richelieu. https://dehesa.unex.es/handle/10662/12110#
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