
¿EL HUEVO… O LA GALLINA?

La discusión bizantina «¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?», como seguramente muchas otras, no alberga solución real; se envuelve en círculo sin fin, y como todo círculo, no tiene comienzo ni fin. O si se fija un comienzo, él mismo es el final.
Discusión inútil, toda vez que remite a un tiempo mítico (¿qué fue primero?), imaginario, no real. Lo real es que existen ambos al mismo tiempo en este mundo físico, y el uno supone al otro; ambos presuponen mutuamente al otro, porque no puede existir el uno sin el otro.
En el mundo físico, si lo creemos «real», todo existe ya, en este instante, en el momento presente. Cualquier otro tiempo es imaginario, no existente; porque tanto pasado como futuro son intuiciones mentadas en el instante presente.
Sin embargo, un mundo fantasma que sólo existe y perdura en el actual momento contiene todo el mal y el bien presentes, toda la belleza o fealdad presentes, todo el horror y lo maravilloso presentes… Perdura mientras esta consciencia de ser, mirar, sentir y pensar ocurre en nuestro propio ser. Y en este intuir o imaginar de la consciencia (no hago distinción entre uno y otro) también ocurre todo tiempo mítico (¿qué fue primero?).
De modo que primero existe la Consciencia y después todo lo demás, intuido en ella misma. Porque si no existe esta Consciencia, ¿qué existe? Ni el huevo ni la gallina, ni el día ni la noche, ni el cielo ni la tierra, ni la vida ni la «muerte», ni «el más allá» ni el más acá.
Toda discusión tiene su comienzo y su final en la Consciencia; en ninguna otra parte. En ella ocurre todo, y hasta puede inventar un tiempo mítico y estrellarlo contra el tiempo «físico real».
En tanto, seguiremos viendo el tiempo real y presente de las cosas, sus vicisitudes y maravillas. Pero ni el comienzo mítico (el origen) ni el fin mítico (la «muerte», ¿qué hay más allá?) son asequibles a nuestro conocimiento en el tiempo-espacio. Todo lo que se diga de ellos es imaginación, o el desborde de estados alterados de consciencia, como los supuestos tránsitos por el «túnel al más allá», del que tanto hablan las experiencias psíquicas de «trascendencia», que no son sino, por algún motivo, desvíos por estados alucinados de la Consciencia, que es la fuente, génesis y fin de todo lo irreal y «real».
**RVQ**
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