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El Gran Pueblo Colombiano

El lunes 1 julio, 2013 a las 12:28 pm

Crepitaciones

A menudo, muchas veces, cuando estoy descansando de la jornada del día, cuando “el sol va pintando lentamente las cosas de un suave color amarillo”, como dice el suscrito poeta y columnista, me encanta admirar a través de mi ventana, unas escenas de la vida popular cotidiana, que me llenan el ánimo y el espíritu de una felicidad desbordante, al contemplar, por ejemplo, a los estudiantes animosos y “relajados” (y con la camisa por fuera y desabotonada, sin la rigurosidad reglamentaria), charlando sobre las actividades del día, y haciendo bromas a diestra y siniestra, a los carretilleros en sus sencillos vehículos de tracción animal, riéndose a carcajadas con su pareja al lado, comentando cómo les fue en el día, a los niños felices y dichosos acompañados de sus padres, contestando las preguntas de ellos, sobre su comportamiento y tareas escolares, a los trabajadores humildes del pueblo, llevando sus herramientas de trabajo, sobre el hombro, con su infaltable mochila o maletín dañado por la acción inefable del tiempo, a los indígenas dialogando en sus lenguas nativas y llevando sus coloridos bastones de mando, a las hermosas morenas afrocolombianas, quienes caminan como si estuviesen desfilando en la pasarela de la calle, a los vendedores de paletas y otros elementos de la economía popular y del rebusque, pregonando con dinamismo y con fe sus productos, en fin, pasan y pasan muchas personas, como dice Piero, con su única forma de ser y de existir, en el camino de la vida.

¿Y a qué viene el exordio anterior? ¿Cuál fue mi intención al describir esas imágenes populares? Simplemente valorar y destacar “los trabajos y los días”, como dijo alguien, sobre “mi gente bella”, la gente del pueblo, que día a día se levanta afanosa, a trabajar por Colombia y sus familias, sobreviviendo con fe y esperanza, a encontrar el sustento diario, a no dejarse abatir por las circunstancias adversas del momento, a estirar como se pueda el pírrico salario mínimo, si lo hay, y si no, a rebuscarse a como dé lugar, dentro de la legalidad, convirtiéndose en magos para inventar actividades, que a los ojos de cualquier persona, parecen imposibles de hacer, pero allí sobresale el talento colombiano, por encima de lo que sea.

grancolombiano

Esas habilidades y esos talentos del pueblo colombiano para lidiar con el día a día, en medio de las adversidades cotidianas, del conflicto eterno, de la inseguridad, de la corrupción, de los caciques políticos, de las injusticias, de los carruseles, de las pensiones exorbitantes, de las roscas, eran las que debían haber premiado por parte del canal History Channel, y no en singular, a un solo personaje, de ingrata recordación, como lo es Álvaro Uribe Vélez, a quien la CPI, Corte Penal Internacional, lo tiene en la mira por sus ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos y por las famosas chuzadas y otros entuertos y escándalos de grueso calibre. Ya lo dice la máxima: “a cada cual según sus obras”, y el pueblo colombiano se merece todos los premios.

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