
El gobierno a barajar de nuevo.
Cada cual se inventa y cree sus cuentos cuando quiere presumir de exitoso y después de las elecciones regionales, tanto voceros del gobierno como de la oposición, han exagerado su optimismo declarándose triunfadores.
Lo cierto es, que no podemos sentirnos tranquilos, en medio del ventorrillo de partidos y movimientos politiqueros, a los que antes de elecciones, el Consejo Nacional Electoral, sin independencia de los partidos que nominan sus integrantes y autoridades electorales, les dieron licencia para que sus jefes negocien coaliciones, trafiquen con avales, reposiciones de votos y sin tener ideas ni programas serios.
Ya pocos creen en promesas de campaña y programas presentados por los candidatos, pues en la mayoría de los casos, son promesas de meretrices callejeras y las guías serán la improvisación y ferias de contratos y puestos a repartir a manos llenas entre los socios de coaliciones y financiadores de las campañas, qué, como hienas, se lanzarán sobre los presupuestos de municipios y departamentos para dejar una estela de elefantes blancos como los heredados de sus predecesores, a quienes sólo les interesa contratar con licitaciones amañadas para sacar la mayor tajada posible, sin importarles si las obras fueron terminadas y bien construidas.
Ya no sólo sacarán las uñas los politiqueros tradicionales y sus compinches. También los grupos armados de diversas ideologías e intereses estarán prestos a exigir sus cuotas y a chantajear.
El Cauca, uno de los departamentos que pusieron mayor votación para elegir a Petro, fue un ejemplo de lo negativo que es la proliferación de grupúsculos en los que pichones de jefes, sobredimensionando sus capacidades e ignorando su inexperiencia para gobernar, no fueron capaces para ponerse de acuerdo a tiempo y seleccionar sus candidatos a gobernación y alcaldías, perdiendo la oportunidad de ganar las elecciones.
En Santander de Quilichao, la actitud de caciques politiqueros asumida por el exsenador Feliciano Valencia y el jefe de la Agencia de Restitución de Tierras, Giovani Yule, quien impuso a su sobrino José Yule como candidato a la alcaldía por el Pacto Histórico, llevó a que la alianza se fragmentara y por escasos votos volviera a la alcaldía el camaleónico, Eduardo Grijalba, esta vez con el aval de Cambio Radical.
El Pacto Histórico ha demostrado ser un movimiento caudillesco, sin estructura sólida y a la espera de “las iluminaciones” de su jefe, al que se le pegaron numerosas sanguijuelas que le han restado credibilidad con sus cuestionadas acciones e inexperiencia.
Si no quiere llevar a la izquierda a un estruendoso fracaso del que le será muy duro reponerse, deberá trabajar con visión de apertura en la conformación de un gran acuerdo nacional, que por lo menos permita negociar reformas como las de la salud, pensional, laboral, política, electoral, educativa y de la justicia, y sacar adelante la reforma agraria.
El sueño de reemplazar los ingresos del petróleo y del carbón por los del turismo, la dinamización agropecuaria y la transición energética, deberá aterrizarlo a dos años y medio de vencérsele el período presidencial. Por lo menos deberá dejar sembradas las primeras piedras; pues mientras no se concreten: las desmovilizaciones del ELN, de las disidencias de las FARC, la Nueva Marquetalia y de las bandas de paramilitares reciclados del Clan del Golfo, no saldrán adelante los sueños de convertir al país en líder de la producción agropecuaria, reindustrializado y en capacidad de aprovechar su enorme potencial turístico.
Es muy poco lo concretado por el gobierno para superar el atraso a todos los niveles y la inequidad en un país de clase dirigente angurrienta, que aspira a que se le venza el periodo al presidente, concrete pocas de sus propuestas y así se lancen a recuperar el poder como hicieron en Medellín y Antioquia y Bogotá y así seguir incrementando sus fortunas, sin importarles la gran bomba social que incuban en un país con larga tradición de violencia, con mucha gente entrenada para matar y comer del muerto y dominada por el afán de enriquecimiento rápido.
Al gobierno nacional le corresponde leer el resultado de las elecciones con actitud realista y propositiva, buscando que cuando se cumpla su período, no deje al candidato a sucederlo, en las mismas condiciones, qué con la pelea por el metro superficial o enterrado, le preparó la caída a Gustavo Bolívar.
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