Por Sebastián Barrera S.
sealbasa@hotmail.com
El ser humano entra en relación con la sociedad y tiene su presentación física por medio del cuerpo que aporta una característica especial a cada ser único en el mundo. De tal manera, que este cuerpo necesitará de un cuidado especial, ya que está expuesto a las inclemencias del medio ambiente.
Sin duda, esta necesidad biológica de conservación es conocida por todos los seres humanos, que manifiestan en su cotidianidad los cuidados básicos de cuerpo. Pero por otro lado, nos encontramos en esta postmodernidad con un panorama donde el cuerpo se ha convertido en objeto de “culto”, existe un cuidado exagerado a él.
Esto lo podemos comprobar en el zarzal de salas de cirugías estéticas donde por dinero hacen del cuerpo una “vasija” acomodable a los deseos del cliente, las personas no se sienten conformes con su cuerpo, por ello buscan desaforadamente formas de corregir aquellas “imperfecciones” que nos las deja ser felices.
Parece que la sociedad actual exige “personas bellas” para su triunfo, por lo menos así lo presenta todo el impacto de los medios de comunicación que exhiben prototipos de modelos de belleza que hacen gala a todos los productos que lo hacen posible: cremas, alimentos, dietas y rutinas físicas que lo único que mejoran son los bolsillos de los vendedores.
Ante esta exigencia e impacto, algunas personas se siente frustradas al no poder alcanzar este ideal de belleza perfecta, teniendo como consecuencias problemas de tipo físicos y psicológicos que afectan a la persona como lo son: la bulimia, anorexia, problemas gástricos a causa de las rigurosas dietas y porqué no, las tantas muertes de personas que buscando una mejor apariencia han muerto a manos de “cirujanos” y clínicas ilegítimas.
Frente a estas personas “adoradoras” del cuerpo, Andrea Echeverri, una cantante paisa, dedica una canción a esta realidad: “para qué trabajar por un cuerpo escultural, acaso deseas tener en ti todos los ojos y desencadenar silbidos al pasar… mira la esencia, no las apariencias, el cuerpo es un estuche y los ojos sus ventanas, de nuestra alma aprisionada en el cuerpo… que todo entra por los ojos dicen los superficiales, lo de adentro es lo que vale…”.
En esta canción se describe aquel contexto quimérico donde las personas creen poseer en la belleza de su cuerpo lo necesario para ser felices, pero nunca perciben que todo este esplendor se opacará cuando el pasar del tiempo llegue y así el hombre le declare la guerra tratando de vivir y de prolongar una juventud eterna sólo posible en la leyenda de la isla Bímini donde una exploradores encontraron la fuente de la eterna juventud. Definidamente la esencia es lo que constituye a la persona como tal y no sus accidentes, es decir su apariencia externa, porque la esencia permanece a través de los cambios, mientras que los accidentes pueden cambiar.
El cuerpo es un instrumento que permite la relación e identificación con los demás y con Dios, por lo tanto debe tender a un servicio no sólamente propio y narcisista, sino que debe buscar el bien de los demás en el servicio de Dios haciendo gala del cuerpo como imago Dei, es decir, imagen de Dios, sin tratar de desdibujarla con nuestra “adoración” a otro dios: el cuerpo.
Esperemos que en esta navidad muchas personas no pidan al niño Dios tanta belleza, kilos de menos, rinoplastias, sino que se esmeren por anhelar la paz interior y comunitaria para que el verbo encarnado que nunca miró las apariencias de las personas, nos regale la alegría y la conformidad con nuestra grandiosa humanidad.
sealbasa@hotmail.com

Sin duda, esta necesidad biológica de conservación es conocida por todos los seres humanos, que manifiestan en su cotidianidad los cuidados básicos de cuerpo. Pero por otro lado, nos encontramos en esta postmodernidad con un panorama donde el cuerpo se ha convertido en objeto de “culto”, existe un cuidado exagerado a él.
Esto lo podemos comprobar en el zarzal de salas de cirugías estéticas donde por dinero hacen del cuerpo una “vasija” acomodable a los deseos del cliente, las personas no se sienten conformes con su cuerpo, por ello buscan desaforadamente formas de corregir aquellas “imperfecciones” que nos las deja ser felices.
Parece que la sociedad actual exige “personas bellas” para su triunfo, por lo menos así lo presenta todo el impacto de los medios de comunicación que exhiben prototipos de modelos de belleza que hacen gala a todos los productos que lo hacen posible: cremas, alimentos, dietas y rutinas físicas que lo único que mejoran son los bolsillos de los vendedores.
Ante esta exigencia e impacto, algunas personas se siente frustradas al no poder alcanzar este ideal de belleza perfecta, teniendo como consecuencias problemas de tipo físicos y psicológicos que afectan a la persona como lo son: la bulimia, anorexia, problemas gástricos a causa de las rigurosas dietas y porqué no, las tantas muertes de personas que buscando una mejor apariencia han muerto a manos de “cirujanos” y clínicas ilegítimas.
Frente a estas personas “adoradoras” del cuerpo, Andrea Echeverri, una cantante paisa, dedica una canción a esta realidad: “para qué trabajar por un cuerpo escultural, acaso deseas tener en ti todos los ojos y desencadenar silbidos al pasar… mira la esencia, no las apariencias, el cuerpo es un estuche y los ojos sus ventanas, de nuestra alma aprisionada en el cuerpo… que todo entra por los ojos dicen los superficiales, lo de adentro es lo que vale…”.
En esta canción se describe aquel contexto quimérico donde las personas creen poseer en la belleza de su cuerpo lo necesario para ser felices, pero nunca perciben que todo este esplendor se opacará cuando el pasar del tiempo llegue y así el hombre le declare la guerra tratando de vivir y de prolongar una juventud eterna sólo posible en la leyenda de la isla Bímini donde una exploradores encontraron la fuente de la eterna juventud. Definidamente la esencia es lo que constituye a la persona como tal y no sus accidentes, es decir su apariencia externa, porque la esencia permanece a través de los cambios, mientras que los accidentes pueden cambiar.
El cuerpo es un instrumento que permite la relación e identificación con los demás y con Dios, por lo tanto debe tender a un servicio no sólamente propio y narcisista, sino que debe buscar el bien de los demás en el servicio de Dios haciendo gala del cuerpo como imago Dei, es decir, imagen de Dios, sin tratar de desdibujarla con nuestra “adoración” a otro dios: el cuerpo.
Esperemos que en esta navidad muchas personas no pidan al niño Dios tanta belleza, kilos de menos, rinoplastias, sino que se esmeren por anhelar la paz interior y comunitaria para que el verbo encarnado que nunca miró las apariencias de las personas, nos regale la alegría y la conformidad con nuestra grandiosa humanidad.
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