EL CONCEPTO DE NACIÓN ES PAPEL CREPÉ
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Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano
Los conceptos, lo dijo Platón, son imágenes etéreas que se deslíen como el crepé en el agua si no se concretan, como más tarde lo confirmó el Estagirita. Pero, es tan fácil crear castillos en el aire y caminar con ellos en el danzón de la popularidad sin que se caigan como una pirámide de cartas. Cuántos no creen en el argumento presentado como un plato de lujo en el restaurante de la tele y de la radio por un paje bien vestido. La nación, el país, ese pedacito de tierra rodeado de dos mares con 44 millones de cabecitas de fósforo que se mueven al menor soplo de viento. No tienen consistencia ni en su cabeza cabe un minuto de reposo. Piensan un instante y, como un raspe, se borran y dejan apenas el rastro del pasado, sin historia. Salen a gritar en manifestaciones y al otro día su vida cae en el marasmo y los aplausos. La democracia es frágil veleta que gira como Vicente detrás de un alarido. No tenemos un Bolívar, un Santander, no hay ley fija, todo se improvisa. Los héroes de la patria se borraron como los avisos viejos en las vallas de Cuba y China. Nuestros íconos ya son otros. Es la Colombia-passion de manillas y escuditos, es la rumba, los reinados, la reelección, el raeguetón, la guerra, los soldados emboscados, el dinero fácil, el TLC tan manoseado. Los problemas de fondo están cubiertos por estas cortinas. No es fácil agarrar por el cuello un libro desencuadernado, como dijo el estadista de talla Lleras Restrepo. Nunca antes como en estos ya largos días, la nación había perdido tanto el rumbo. La corrupción campea en todos los niveles, el afán de lucro de la banca, los campos improductivos y desolados, la inefectividad de los ministerios, la falta de vías seguras en época de invierno, la deserción en escuelas y colegios, el desempleo y subempleo, o como ahora se llama, el empleo no decente, una guerrilla que pensamos se acabaría en los primeros seis meses de este gobierno, el narcotráfico, maquinaria que cada vez engrasa nuevos dientes. Alguien podrá decir que es un panorama apocalíptico o que llegó la cacareada hecatombita. El pueblo en cada municipio ha perdido la credibilidad en las instituciones. Los mecanismos de control, de salud, son ancianos decrépitos que caminan en muletas, peor que la Justicia. De nada ha servido el respaldo tan alto en las encuestas, pues cada hora que pasa otro entuerto aparece en las filas oficiales. ¿En dónde está la nación, si las selvas, los ríos tutelares en las ciudades, las riquezas de carbón, oro, la fauna y la flora, las industrias andan por como pedro por plazas y mercados y en manos de foráneos inversionistas? Del concepto de nación sólo queda una imagen etérea, y aquí sólo es Estado se ha hecho fuerte. Se ha aumentado el pié y la bota de fuerza y de las armas, a costa de una nación descohesionada. ¿Será Fajardo, o será que Vargas Lleras volverá por los fueros de su abuelo y se deshará del clientelismo en que se ahoga? ¿Habrá una mano firme, sin armas de acero y sin uniforme verde la que salve a esta nación tan vapuleada y enfrente el reto de este siglo globalizado, con las riquezas que aún tenemos en nuestra tierra y nuestros mares? 19-11-08 – 12:14 p.m.
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