Durante los primeros días de cada año, algunos municipios caucanos, celebran alborozados los llamados Carnavales de Negros y Blancos, con derroches de jolgorios diversos, exhibiciones culturales de comparsas y carrozas multicolores, reinados de diferentes clases (menos el de Miss Tanguita, afortunadamente), verbenas populares, la famosa carioca (que es el producto acostumbrado y menos nocivo, heredado de los Carnavales de Pasto), en algunas municipios el talco y en otros, algunos muy peligrosos para la salud humana y que nunca deben usarse, como la cal y la harina y su mezcla (usados por la pura maldad, para hacer daño a los demás, como sucedió en nuestro Santander, desafortunadamente, con algunos lesionados, llevados al Hospital). De todas maneras, los Carnavales, según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) del italiano carnevale, palabra a su vez proveniente del antiguo carnelevare, de “carne”, carne y “levare”, quitar y según otros, del latín carnevale, compuesta de “carne” (carne) y “vale” (adiós), se celebran en varias partes del mundo, entre ellas Venecia (famoso por sus máscaras), en Río de Janeiro (uno de los más largos), y en Barranquilla, siendo una fiesta para satisfacer las necesidades de la carne (el cuerpo), para poder quitarla de la mente y dedicarse al espíritu, por la proximidad de la cuaresma y luego, la Semana Santa.
En cuanto al nombre de Negros y Blancos, es una costumbre proveniente desde la Colonia Española, cuando los antiguos amos, dueños de las grandes haciendas y minas de oro, les daban a los esclavos afros un día de asueto y jolgorio, igual que a sus hijos criollos, especialmente los días 5 y 6 de enero de cada año, en recuerdo de la llegada de los Reyes Magos. En Colombia es famoso el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, desde el 30 de septiembre de 2009, por el Comité de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). No olvidemos los Carnavales de Pubenza, en Popayán, y los de Bolívar (Cauca), mi pueblo natal, a los cuales volví el 10 de enero de 2015, después de 14 años de triste ausencia, desde la muerte fatídica de mi madre por las Farc, y cuyo reencuentro merece una crónica, que luego compartiré con ustedes.
La primera sorpresa agradable fue viajar por una cómoda y segura carretera pavimentada de 56 kilómetros de largo, desde El Bordo. La segunda sorpresa, la tolerancia, el respeto, la convivencia y la alegría de los turistas, los bolsiverdes y los visitantes, durante los dos días que estuve en los Carnavales (10 y 11 de enero de 2015). LA MEJOR DE LAS SORPRESAS: NADA DE AGUA, CERO AGUA, con lo cual se demuestra que sí es posible disfrutar sin necesidad de despilfarrar tan vital líquido, por lo cual los Carnavales de Bolívar se ganan la medalla de oro, entre todos los del Cauca, incluyendo los de Popayán. La carioca solo se puede usar hasta las 7 de la noche, y en la noche está prohibida, para que propios y visitantes, puedan disfrutar de las verbenas “bien bañaditos y en paz”, después de divertirse en el día. Otra sorpresa: durante los dos días, ni una sola riña ni conato de pelea en el Parque El Fundador, a pesar que la mayoría baila y toma sus licores, al son de los artistas invitados (que este año fueron Luisito Carrión, Andy Montañez, Luisito Muñoz y Nelson y sus Estrellas, de Venezuela). La alcaldesa Municipal, Yolanda Meneses y los miembros de su Administración Municipal, junto con el Comité Organizador, se anotaron un hit, y dejaron bien por lo alto el nombre de Bolívar (Cauca).
Pienso que a Dios gracias, tuve la inmensa fortuna de vivir dos días de paz, gracias a los carnavales de Bolívar (Cauca), cuando compartí una sola alegría fraterna con gentes de todas las etnias, condiciones sociales y económicas, gozando de lo lindo y con cero conflictos y peleas. Bolívar (Cauca): sinónimo de paz para el Cauca y Colombia.
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