
Dificultades locales con soluciones planetarias

En estos días afectados por el cambio climático bueno es tratar de modificar la dirección de los temas, pasar de la queja por la falta de inversión pública, de la doble calzada Quilichao- Popayán, de las afectaciones del covid 19, de la protesta por la reforma tributaria contra el sector medio, de las miles de toneladas de importaciones que terminan con el sector agropecuario, de la protesta que todos quieren pero sin que los toque, de lo útil de la plata de la coca, pero sin untarse, de la buena vida a costillas del sacrificio de los otros.
Aquí la diversidad étnica es buena, si sacamos provecho de ella, la multiculturalidad es regia si sirve a determinados intereses, la historia si se narra con el fin de proteger a consolidados sectores, la religión si se acomoda a no mostrar los pecados con los que se acumula la riqueza o si tapa la delicia de los deslices, la política dependiendo del equipo que tenga la disponibilidad presupuestal.
Pero sería vago si se pasara por alto la justicia, la moral y la ética, de cuál de estas hablar si están tan enredadas que ya el solo hecho de mencionarlas causa hilaridad, están tan perdidas que no existen ni tan siquiera en los programas de educación gubernamental, y para mejor decir, poco se mencionan en los discursos políticos, así como tampoco en los sermones de pulpito o en las predicas evangélicas.
A qué acudir, en aras de convocar una motivación ciudadana, que pueda dar paso a una emoción por el territorio, para sentir que aquí se vive, se trabaja, se hace riqueza, hay capacidad para ir a la guerra, pero también de pactar la paz.
No es fácil mencionar alicientes; dónde encontrar motivos de optimismo, si además crece la maleza de buscar a quien que no sea, para echar las culpas que ocultan realidades o de evadir las responsabilidades, nada ha hecho más daño a través de toda la historia, en interpretación de Jaime Jaramillo, que el vicio enquistado por el mismo estado de tapar las verdades, para esconder penados intereses.
Así se atentó contra Bolívar, se asesinó a Gaitán, a Galán, a Pizarro, a Jaramillo, a Gómez, a Jaime Garzón, se desterró a García Márquez y a cientos de artistas y escritores, el grito de “aquí no se necesitan sabios” de Morillo, el bárbaro que vino a nombre de la civilización, oxímoron que sigue repitiéndose como un eco infinito de la maldición que durará más de cien años; para la juventud es una convocatoria.
Ante estas desgarradoras circunstancias, es posible que la asociatividad junte la mentalidad de sus poblaciones sometidas al olvido y aglutine el pensamiento, no se debe olvidar en el gobierno de Pastrana en su acuerdo con las FARC, se pensó en que esta parte del país se entregara en su acuerdo de paz, con la posibilidad de hacer otro país.
La desigualdad de las regiones es directamente proporcional al de sus pobladores, el Estado colombiano es distinto, una cosa es la costa atlántica; Antioquia, Cundinamarca y otra muy diferente Chocó, Cauca, Huila, Nariño, Caquetá, Putumayo, Amazonas, el sur del país, sufre los estragos del centralismo, vive la vorágine continua de su explotación despiadada sin una reacción seria y contundente.
Comparar el PIB, el coeficiente de Gini, la inversión total, cuántos aeropuertos, puertos marítimos, kilómetros de vías, cuál la capacidad educativa, de profesionalización y de especialización, de investigación, cuál el número de camas hospitalarias, en contraste en estos territorios se ha producido el mayor número de muertes de líderes sociales, de asesinatos de indígenas y de campesinos.
No de ahora, de siempre, la participación en los cargos de dirección del Estado de igual manera son reflejo de esta situación, de manera esporádica se ha llegado a cargos de importancia, pero por razones diferentes a la representación de tipo regional, por lo tanto, no se asumen con la tarea de reivindicar estos territorios.
La lectura de la confrontación con el Perú, debió dejar la señal del estado de abandono de estos lugares, rescatar a Eustasio Rivera y a Víctor Daniel Bonilla, “El estado y la misión Capuchina en el Putumayo.” así como se habla de la “costa”, seria definirla: como la “Amazonia de América”, pensando en una futura nación, asunto que al parecer se perfilará en el futuro, como protección al planeta.
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