Desafortunados los caricaturistas de Charlie Hebdo cuando de manera irresponsable tildaron al Corán de «mierda», el más denigrante término para un sublime, sagrado libro de la humanidad, que no hace sino continuar las enseñanzas del Antiguo y Nuevo Testamento, de los profetas y del mismo Jesús de las historia santas. Cada Sura o capítulo del Corán comienza con la exclamación: «En nombre de Allah, el Misericordioso, el Apiadable. Me pregunto si ellos leyeron por lo menos algún versículo del libro de Mahoma. Me pregunto si midieron el alcance de sus risas y las hondas consecuencias que vendrían.
Desafortunados, también, los «seguidores» del Profeta que convierten el mensaje místico de las alturas en bandera de barbarie y sangre contra un mundo entero que no es de sus facciones. Me pregunto si han visto en sus conciencias la primera sílaba de las revelaciones eternas. Bajarán como «mártires», si es que es posible tal cosa, al profundo infierno de azufre donde no los recibirán ángeles de victoria sino el silencio perpetuo de la nada, porque la ignorancia es atrevida, osada y exagerada en sus creencias infundadas.
Desafortunado un mundo en donde la confusión, el desorden, la injusticia y la inconsciencia de las cosas sólo muestra apresuradamente el lado inconsistente y torpe de la realidad, ese donde sólo tres espadas fulgen contra viento y marea todos los días de la realidad, a toda luz: «lo político, lo económico y lo social». Me pregunto si no hay otras formas de interpretar la «realidad», otras maneras menos cansadas e inútiles para salvar esta historia diaria que nos ahoga desde que despertamos hasta que nos hunde el sueño en un olvido temporal de todo lo posible.
Desafortunados somos, seres humanos, si no nos han educado sino para llenarnos de prejuicios y falsas apreciaciones sobre las cosas, los acontecimientos y los sueños por venir. Hemos llenado las copas con infinitas vanidades y preocupaciones diarias, y quizá jamás atinaremos a salir de un rebaño que resbala por el camino trillado de lo mismo. Me pregunto si la noticia, la cultura de la información, cava hondo en la verdadera importancia del protagonismo diario que concierne a un mundo torturado por los signos de los tiempos.
Desafortunados todos, si nos toca seguir de testigos de un mundo en donde la locura y el embrutecimiento se apoderó de todo. Preferible cerrar puertas y ventanas, para que los rayos y los malos vientos no nos dejen ciegos ante tanta impudicia que acecha nuestro mundo.
Esperemos nuevos soles, nuevas lunas y estrellas para el presente y porvenir, porque si no, nunca alcanzaremos la verdadera dignidad que significa ser humanos.
RVQ
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