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El pasado 14 de Octubre a eso de las 8 a.m. se inició una marcha pacífica en el sitio La María, jurisdicción de Piendamó, protesta de indígenas del Cauca. A las 9 de la mañana mi señora madre, mi hermana mayor y un joven sobrino, quien conducía el auto, fueron obligados a detener el carro en la localidad de Pescador, vía panamericana ubicada entre Cali y Popayán. Las tres personas tuvieron que apearse del vehículo amenazadas por una horda de indígenas equipados con largos palos y machetes y de inmediato algunos la emprendieron contra las llantas cortándolas, destrozándolas y dejándolas literalmente “en rines”. A la vez fueron obligados a alejarse y a caminar desde ese sitio hasta el río Ovejas. Nuestro auto fue ubicado detrás y debajo de un camión cargado de ganado que los indígenas querían bajar, colocando las compuertas del camión sobre el carro para que sirviera de puente… por fortuna, en ese preciso momento llegaron los del ESMAD y los indígenas emprendieron la fuga salvándose nuestro carro del daño total. Después, mientras mis familiares eran sometidos a humillación, intimidación, estrés y marcha forzada, por decir lo menos, el señor Daniel Piñacué declaraba a la cadena Caracol de Colombia, al periodista Gustavo Gómez, que “su protesta era pacífica, sin armas y que necesitaban que “ese señor Uribe Velez tuviera el valor de darle la cara a los indígenas” y ¡bla, bla, bla!. Luego, en las noticias del medio día se observó que la tal marcha no era tan pacífica ni sin armas. Entre tanto mi madre, persona reconocida del Cauca como auxiliar de enfermería, que dedicó toda su vida a luchar por la salud de los indígenas, había sido obligada a dejar el auto destrozado en la vía pública y a caminar más de cuatro kilómetros por cuenta de su protesta. Yo, señor Piñacué lo invito que tenga el VALOR CIVIL DE DARME ¡Ah! Olvidaba: A mi también me gustan los Derechos Humanos… ¡pero para todos! Cc:Presidencia de Gobernación del Cauca Prensa
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