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De la libertad de cátedra y otros asuntos

El martes 12 marzo, 2019 a las 10:27 am

Por Carlos Cañar Sarria

Una sociedad moderna debe estar caracterizada por los principios de igualdad y libertad; donde estos valores se desconocen se duda mucho del régimen político democrático.

Nuestra constitución política en su artículo 27, señala: “El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra”. Pretender conculcar la libertad de cátedra es desconocer uno de los pilares básicos de la democracia e implementar una cultura política de corte fascista y anti liberal, acorde con las más férreas dictaduras, independientemente que estas sean de derecha o de izquierda.

Desconcierta que el seudo partido Centro Democrático tenga la iniciativa de desconocer mediante proyecto de ley la libertad de cátedra, proyecto que un parlamentario de esta agrupación política aparentemente dice que retirará porque quizá de antemano le hicieron caer en cuenta de que en caso remoto que fuese aprobado  por el congreso, la Corte Constitucional tendría que declararlo inexequible.

Preocupan demasiado este tipo de iniciativas porque demuestran que se avecinan oscuros nubarrones en contra de las libertades individuales, colectivas y obviamente en materia de derechos humanos, sistemáticamente conculcados en nuestro país, lo que ha significado el interés de los organismos internacionales defensores de tales derechos.

El ex presidente y senador Uribe viene estigmatizando el ejercicio de la actividad docente bajo sofismas, lo que se entiende que se adoctrina con posturas ideológicas contrarias al régimen y contra el statu quo.

Los escenarios de la actividad académica, deben ser espacios propicios para el debate de ideas y opiniones dentro de un devenir dialéctico de la sociedad, donde no existan verdades absolutas y en donde se deben analizar los principales problemas de la realidad local, regional, nacional e internacional y por qué no decirlo, plantear las posibles soluciones a las diversas problemáticas. Los dogmatismos procedan de donde procedan desdicen de una verdadera democracia, de  una educación para la paz y la convivencia civilizada.

En una democracia que se respete, el culto a la personalidad no tiene por qué tener cabida. Práctica a un país mediático y mesiánico, rendirles culto a aquellos que se creen prohombres y que desafortunadamente tienen muchos que los crean, les creen y les mantienen. Ya hasta las bibliotecas están siendo bautizadas con el nombre del mesías, el refundador de la patria, el insustituible, el presidente eterno.

De otro lado, resulta contradictorio que desde las huestes del uribismo se pretenda prohibir la libertad de cátedra, pero no obstante, por otro lado se piense implementar en las escuelas la cátedra uribista, lo cual no es otra cosa que un despropósito.

Es necesario enfatizar que la libertad  de cátedra no significa el derecho absoluto dentro del ejercicio de la autonomía de la actividad docente; los docentes se presupone son profesionales y tienen los conocimientos científicos y/o tecnológicos que les permiten escoger y seleccionar las temáticas, sus métodos de enseñanza-aprendizaje y sus criterios de evaluación; desde luego ajustados a los respectivos proyectos institucionales.

También es cierto que en cuestión de opiniones e ideas-como ya lo señalamos- no existen verdades dogmáticas; no significa desconocer la necesidad del rigor científico de los docentes en el desarrollo del contenido de los temas. Es así como en la didáctica de las áreas de sociales y filosofía, por ejemplo, se debe enseñar con criterios científicos y éticos, dándole a los estudiantes los elementos indispensables para el análisis y la actitud crítica, tan indispensables en una sociedad como la colombiana donde es consuetudinaria la apatía, el conformismo, la deformación de la historia y la plena ausencia de sociedad civil. Dentro de la enseñanza de la historia, además de los conocimientos científicos, los docentes deben caracterizarse por ajustarse a la verdad sin tergiversar el destino implacable de los hechos.

Dentro del marco de la objetividad, los docentes de las ciencias sociales, económicas y políticas, incluyendo la filosofía, no deben  falsear una realidad muchas veces dolorosa-que así se pretendiese hacerlo-los estudiantes no son bobos para creerles.

Es también consabido que la libertad de cátedra invalida que los docentes realicen proselitismo político o aprovechen su rol en beneficios personales.

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