Un significativo respaldo electoral le dio el departamento del Cauca al presidente Santos en su propósito de conseguir un segundo mandato. Por eso, el Cauca espera que el presidente preste atención a la difícil problemática socioeconómica que tradicionalmente nos ha tenido relegados a los últimos escaños en desarrollo humano y en convivencia civilizada en relación a las demás regiones del país. La ausencia de liderazgos ha sido evidente y esta situación compromete a la clase política y a la denominada dirigencia regional. Hay excepciones, pero no se puede desconocer que la clase política tiene una deuda histórica con la región y sus gentes. A los congresistas y gobernantes como voceros y representantes de las comunidades les corresponde acudir ante las instancias de poder para que sus gestiones y acciones puedan traducirse en políticas públicas.
El tránsito del poder de unos gobernantes a otros, de unos congresistas a otros -cuando esto ha sido posible porque poca movilidad ha existido- sólo ha servido para sembrar desencanto y escepticismo por parte de una población ansiosa de reconocimiento. Muchos nos hemos preguntado: ¿Por qué otras regiones han podido salir adelante, menos la caucana? Es consuetudinaria la indiferencia del Estado colombiano ante la dramática situación de este departamento, como también la inoperancia de una clase política que no le ha caracterizado el liderazgo, el compromiso de trabajar unida por la región que teóricamente dice representar. En el Cauca se han mantenido unos cacicazgos y unos feudos de poder excluyentes que poco o nada han hecho por remediar las condiciones de pobreza y marginamiento económico, lo cual indiscutiblemente ha agravado el problema social. A esto hay que agregarle que los partidos políticos -invisibles- lejos han estado de ser los verdaderos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado.
Desde hace muchos años hemos venido escuchando sobre la necesidad de que nuestros congresistas trabajen en bancada en defensa de los intereses regionales; esto se repite cada rato que ya poco se cree. Recordamos, por ejemplo, que esta iniciativa también la tuvo el desaparecido Felipe Fabián Orozco cuando llegó por primera vez a la Cámara. Al principio se reunieron en Popayán con alguna frecuencia, pero muy pronto se cansaron.
Vale la pena citar al columnista Mario Fernando Prado, que en artículo de El Espectador (30.08.09) titulado “El indefenso Cauca”, se formuló entre otras, las siguientes preguntas: ¿Cuál habrá sido el pecado del departamento del Cauca -distinto a haber parido 15 o 16 presidentes y una centena de próceres y poetas- para que siga olvidado y rezagado? ¿Dónde está su dirigencia, sobre todo política, que sigue permitiendo ese atraso endémico que lo tiene sumido en una crisis?
Al parecer el argumento de la necesidad de trabajar en bancada, cohesionados los actuales congresistas, los nuevos y los que continuaron después de las pasadas elecciones legislativas, sigue firme en la actualidad. Ojalá no pase lo mismo de tiempos pasados, que se olviden o se cansen temprano. Trabajar en bancada es una necesidad y esa iniciativa hay que respaldarla; dejar los egoísmos, las rivalidades entre sí y trabajar unidos por la región podría contribuir en sentar los cimientos para un nuevo Cauca.
Al respecto del trabajo en equipo y las reuniones, nos ha llamado mucho la atención los sitios en donde tengo entendido, se están reuniendo semanalmente los congresistas caucanos en Bogotá. Las fotos publicitadas en Facebook en que posan reunidos en lujosos restaurantes capitalinos, nos parece los sitios menos indicados, porque lo que se alcanza a observar es que se reúnen para disfrutar y compartir entre ellos sugestivos menús. Pensamos que los sitios más adecuados para sostener esas reuniones serían los escenarios de las comunidades, que es donde está la problemática social y no en aquellos restaurantes lujosos capitalinos, a los que les permite asistir la plata de nuestros impuestos mientras que la inmensa mayoría de compatriotas no tienen con qué asomarse ni siquiera a un restaurante de tercera. Esta forma de darse vitrina haciendo creer que están haciendo mucho por el Cauca no es la más adecuada.
De otro lado, es necesario que los congresistas caucanos nos hagan conocer los alcances y limitaciones de estos encuentros. Pensamos que el Cauca no podrá entrar en la era de la modernización y en la modernidad si quienes la “representan” son indiferentes para trabajar en equipo y en diseñar, implementar y evaluar políticas públicas que signifiquen incentivar el empleo, salarios justos, mayor cobertura en educación, mejores condiciones de salubridad, fomentar planes de vivienda, saneamiento básico, incentivar empresas y microempresas, entre otros aspectos, que se conviertan en alternativas de progreso, que sean garantes de tranquilidad física y psíquica de los asociados. Un Cauca cohesionado en objetivos comunes podría ir remediando paulatinamente nuestras carencias y necesidades; si se engendra un liderazgo y un compromiso colectivo de seguro será otro nuestro destino.
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