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Cuando se sufre demasiado

El lunes 2 febrero, 2009 a las 4:46 pm

Por Sebastián Barrera
Seminarista
Sealbasa@hotmail.com

En esta vida hay gente que sufre demasiado, las cosas como que no les salen, son víctimas de atroces desgracias, cuyo dolor se transforma en situaciones lamentables y es como si algo se ensañara sobre ellas, por donde asoman la cabeza, “tome, para que lleve”, las enfermedades las agobia y la muerte las persigue con sino trágico.
El sufrimiento humano es un misterio, un misterio que se enmarca dentro del misterio de la Redención de Cristo, un misterio para el cual no hay una respuesta como la que esperamos, un misterio al cual Cristo no responde sino que llama para que le sigamos en su sufrimiento y colaboremos con El en la salvación del mundo y el triunfo final de las fuerzas del Bien.
Cuando aparecen los primeros síntomas de sufrimiento, la tendencia inicial es de oposición y viene entonces una pregunta que nunca falta: ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Y esta pregunta no tiene respuesta -al menos en un primer momento cuando miramos el sufrimiento desde el ángulo meramente humano.
El misterio del sufrimiento es un proceso. Luego de esa oposición y cuestionamientos iniciales viene un momento de impotencia en que algunos recurren a Dios, también preguntándole por qué. Y Dios tampoco responde. La respuesta divina es más bien una invitación, una llamada de Cristo a seguirlo en su sufrimiento… un misterio. Cristo nos responde desde la Cruz y nos invita a tomar la cruz del sufrimiento.
Y ante esta invitación, podemos seguir oponiéndonos, actitud que no ayuda, pues la cruz se hace más pesada. O podemos tomar la cruz, imitando a Cristo en su sufrimiento, respondiendo a su llamado “toma tu cruz y sígueme” (Lc. 9, 23). Al principio podemos tomarla con temor, con miedo al sufrimiento, creyendo que la aceptación lleva al agravamiento.
Pero los que han sufrido y han entregado su sufrimiento a Cristo saben por experiencia que, al unir su sufrimiento al de Cristo, enseguida la cruz del sufrimiento se aliviana. ¿Por qué se aliviana? Porque Cristo mismo nos ayuda a llevarla.
Cristo nos invita a compartir su sufrimiento y al compartir los nuestros con los de Cristo, al unir nuestro sufrimiento al de Cristo, no es que desaparece la causa del sufrimiento, pero nuestro sufrimiento parece diluirse en los sufrimientos de Cristo. También… un misterio. Pero pruebe, pruebe si está sufriendo, trate de entregar y de ofrecer sus sufrimientos a Cristo… y verá.
Así lo hicieron muchos santos, algunos de los cuales al principio también pudieron haberse rebelado. Sabemos que muchos, de hecho, se convirtieron y comenzaron su camino de santidad por una situación de sufrimiento. Así son los caminos y las maneras de Dios: incomprensibles si los miramos con nuestra miopía humana, racionalista, mundana.
Las malas rachas, los accidentes, las tragedias, las enfermedades, los malos momentos, las adversidades, los sufrimientos son, entonces, un misterio, un misterio que se convierte en una invitación de Cristo a seguirle y a colaborar con El en la salvación del mundo y en el triunfo final de las fuerzas del Bien.

sealbasa@hotmail.com

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