CONVIVENCIA QUILICHAGUEÑA
POR LIC. JAVIER ENRIQUE DORADO MEDINA Afiliado al CNP, Colegio Nacional de Periodistas, Seccional Cauca
El anterior caso es apenas una muestra, un botón como se dice popularmente, de la falta de convivencia y prevención que a veces nos domina a los quilichagueños, por no dominar nuestros temperamentos, por no controlarnos a su debido tiempo, por no ser precavidos y por no contar mentalmente hasta 20, cuando se trata de tomar decisiones que pueden afectar a los demás.
Y es que no solamente esa falta de convivencia ocurre con los conductores de cualquier clase de vehículos, sino que también se da al interior de las instituciones de cualquier índole, cuando por cualquier cosita sin importancia se discute a gritos, levantando las manos, las caras con gestos iracundos, el odio en los ojos y en el corazón, los nervios crispados, el puñetazo sobre la mesa y la adrenalina acumulada a punto de estallar sobre el “contrincante”, el cual a veces es el mismo compañero de trabajo o en su defecto, alguna persona que pide una información o hace un reclamo.
Como colofón de lo anterior, surge la necesidad imperiosa de “DESARMAR LOS ESPÌRITUS”, de actuar con serenidad y paciencia, mucha paciencia (como lo pregonaba el gran Kalimàn de las radionovelas de antes) y de dar paso al diálogo mesurado, a la no violencia a la manera de Ghandi, aplicando en la práctica las palabras sabias de
Cualquier inquietud escribir a E-MAIL: jaendor70@hotmail.com
IMPRESIONES DE UN QUILICHAGUEÑO 20008
IMPRESIÓN A: VUELVEN OTRA VEZ LAS MOTOS LOCAS
En anteriores oportunidades este cronista urbano ha repicado y repicado sobre el tema peligroso de las llamadas motos locas, aquellos vehículos y sus conductores quienes a su amaño y sin Dios y sin ley, se toman a la fuerza algunas calles y carreras quilichagueñas, convirtiéndolas en pistas de Fórmula Uno, abusando de la velocidad y del ruido infernal que perturba la natural tranquilidad de algunos sectores de la ciudad, con el natural peligro a que exponen a los habitantes de todas las condiciones.
Un ejemplo clásico de lo anterior es la calle 10 entre carreras 7ª y 10ª, la cual es muy transitada por colectivos, vehículos de toda especie y peatones, quienes tienen que santiguarse a la hora de la “actuación” de semejantes conductores, a quienes no les importa nada a la hora de hacer sus peligrosas cabriolas. Y para rematar este comentario, en esa misma calle existe un tremendo hueco peligroso, que se ha convertido en una tortura para todos los conductores, quienes tienen que evadirlo a su debido tiempo, para evitar una tragedia.
¿Cuánto tiempo habrá que esperar para que las autoridades respectivas solucionen las dos dificultades anotadas? Dios quiera que no pase alguna tragedia para que solucionen las dos anomalías. Mientras tanto, oremos para que no pase nada.
IMPRESIÓN B: POR FAVOR RECONSTRUYAN PUENTE EN
A Dios gracias, los quilichagueños tenemos para mostrar a propios y visitantes muchos sitios naturales, propicios para el sano esparcimiento y el turismo, los cuales son visitados regularmente domingo a domingo o en los ocasionales puentes de Emiliani. Para que sean atrayentes, dichos sitios deben poseer la infraestructura necesaria para brindar óptimas condiciones de comodidad y seguridad.
Precisamente, ya que hablamos de puentes, existe uno peatonal que atraviesa el río Quinamayó, en el balneario natural llamado
Además, las gradas de acceso desde un lado del puente, son mal utilizadas de parte de algunos motociclistas indolentes, quienes a pesar de saber que ese puente es peatonal, sin embargo se atreven a pasarlas estando prendidas, con el natural riesgo para ellos mismos y para los bañistas. Se necesita más vigilancia en este aspecto.
Y no hay cuarto malo, porque ahora aparece aquí no más, en nuestra vecindad, otro personaje típico latinoamericano, que ya nos tiene aburridos con su verborrea inclemente, pretendiendo legitimar a una caterva de terroristas, quienes han asolado a nuestra sufrida patria por más de cuarenta años, creyéndose el salvador del pueblo colombiano y amenazando a cada instante, lanzando improperios propios de un mal educado, burlándose de nuestro presidente y por ende del país entero, colocando en tensión permanente las relaciones entre los dos países hermanos, perjudicando a los sectores informales de la economía, quienes no tienen ni arte ni parte en las bravuconadas del señor Chávez.
Vistas así las cosas, el panorama entre los dos países se presenta muy crítico, por culpa del mesianismo chapista. La respuesta de nuestro presidente ha sido la más correcta, porque de lo contrario, hace rato ya estuviéramos incendiados con otra guerra internacional. El silencio de Uribe ha sido el arma más potente para desbaratar las palabrotas de Chávez, teniendo razón la sabiduría popular cuando afirma que “a palabras necias, oídos sordos” y “el silencio es más elocuente que la palabra”.
De todas maneras, ante un vecino incómodo lo mejor es conservar la calma y la discreción, y en el caso de Colombia, conservar la dignidad y mantener la cabeza siempre en alto, para soportar al huracán Chávez.
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