Gerente de Proyectos
Santander de Quilichao
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Bajo el tradicional enfoque de desarrollo, las grandes capitales se han convertido en fuentes de expansión económica y social, pero paralelo a esto, las pequeñas regiones sea han venido relegando, dentro de las cuales los niveles de pobreza y desigualdad siguen incrementándose, conduciendo esto a un escenario en el que son cada vez menos las oportunidades de progreso.
Pero es bajo la orientación del entorno ocasionado por la globalización y la apertura de mercados, donde los territorios, llámense ciudades o municipios, se convierten en determinantes para la competitividad de las empresas y de las personas.
Competitividad, que en sus inicios y bajo el pensamiento económico clásico de Adam Smith y David Ricardo, se fundamentaba en la tierra, el trabajo, el capital y las personas como factores primordiales en la generación de riqueza. Seguido esto los Marxistas, Engels y Marx introdujeron a estos factores el componente socio-político, y finalmente Schumpeter y Robert Solow introdujeron la noción de tecnología e innovación y la educación como los motores del proceso competitivo. Esta evolución nos conduce a aseverar que el desarrollo ya no depende solamente de las ventajas comparativas del territorio, sino que este se condiciona al fortalecimiento y aprovechamiento de las ventajas competitivas.
Es por esto que los municipios deben empezar a focalizar gran parte de sus esfuerzos a la consolidación de estrategias que robustezcan las ventajas competitivas, para lo cual es de vital importancia una mayor interacción del empresario con las instituciones universitarias, los trabajadores, el gobierno y los gremios. Y es que la experiencia internacional y nacional corrobora que los territorios que han logrado los mayores progresos en su desarrollo y calidad de vida, han construido consensos entre los sectores público y privado sobre el futuro económico y el nivel de calidad de vida que desean para sus habitantes. Este ambiente les diseña nuevos compromisos y nuevos papeles a los gobiernos y al sector privado en un marco de corresponsabilidad y de cooperación de cara al desarrollo sistémico y sostenible.
Dado todo lo anterior, la competitividad se convierte de manera categórica en el eslabón necesario para conducir a los municipios a un escenario en que sus habitantes alcanzan una mejor calidad de vida, con infraestructura y servicios de calidad, donde se facilite la creación de capital, la consolidación de economías a escala y el emprendimiento con un nuevo saber empresarial más asociativo y con posibilidades de inserción para sus empresas y personas en la economía regional, nacional e internacional.
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