Compartir cada día con personas y aprender de ellas es tan significativo que se viven situaciones que no quisiéramos olvidar y nos dan motivos para expresar el pinche que sentimos cada vez que los pensamos y evaluamos, si ese pinche es recíproco. Claro, ha pasado algún tiempo que genera el nacimiento de bonitos sentimientos basados en la honestidad y en la verdad; y llegamos a sorprendernos como me ocurrió hoy.
“Querida profe Letty, quiero decirle que decidí cambiar la mata de tomate que estaba sembrando al principio porque me di cuenta que apenas deja sus primeros frutos se marchita. Pues bien, luego averiguando con un amigo agricultor, me recomendó que sembrara la planta de pimentón. Si bien es cierto que crece con raíz, tallo, hojas, flores y frutas, también es cierto que quiero observar todo su crecimiento y escribirlo en mi diario de campo.
Por ahora, he logrado construir una fábula basada en lo que observé hace días dando como resultado el siguiente texto: Había un tomate que se creía mucho porque su color era un rojo perfecto y sus hojas eran las más verdes, brillantes y hermosas. Él se pasaba el tiempo molestando a las hortalizas y en especial al pimentón, ya que no era el más bonito; pero el pimentón no le decía nada.
Pasadas unas semanas, el tomate se empezó a marchitar y a ponerse feo, contrario al pimentón que se puso aún más bonito que el tomate. Así que las hortalizas se burlaban de él así como él lo hizo de ellas.
Entonces el pimentón le dijo; no hagas lo que no quieras que te hagan porque luego el que va a sufrir, eres tú.
Esta fábula la titulé El tomate y el pimentón y su respectiva moraleja es que no te creas ser mucho más que los demás, que esa dicha siempre tiene que acabarse”.
Este es uno de los ejemplos que podríamos decir de una estudiante modelo de esas que cualquier maestro y maestra puede presumir las salidas.
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