
¡Ay! Qué orgulloso me siento

Desde el jueves en la noche estoy esperando que alguno de los jugadores de ese equipo al que llaman “selección colombia” —sí, en minúscula— rechace el acto de hostigamiento del cual fue víctima una menor de edad en la tribuna occidental del Metropolitano. Con casi nula expectativa, decidí esperar. Pero, ¿cuánta ingenuidad de mi parte?, ¿qué podría esperarse de estos? Lo obvio, silencio y nada más. Bien recuerdo que en el año de la rebeldía, mientras Duque y Molano nos cazaban como animales, ninguno de estos célebres deportistas osaron a pronunciar palabra.
Muy probablemente Lucas, Dylan y Alison hicieron fuerza en vida por el mencionado equipo. Los imagino reunidos frente al televisor con sus familiares vitoreando las escasas victorias y lamentando innumerables derrotas. Quizás vistieron la camiseta o colgaron algún afiche. Yo también lo hice. En cualquier caso, no merecieron la misericordia de tan encumbradas figuras. ¡Qué mas da!, ya estábamos acostumbrados a la indiferencia de aquellos, nuestros ídolos. Pero en cierta forma los entiendo: ¡Pobres muchachos!, se ven obligados a firmar unos contratos tan estrictos que no pueden desviarse del relato hegemónico sin provocar reacciones desfavorables entre sus patrocinadores. Y es que dejar de recibir uno que otro fajo podría hacer que sus montañas de efectivo se vean disparejas. Cuando mi pila de lingotes se desordena no puedo dormir, me perturba la vista… Bien sabían que no era necesario abrir la boca, tenían claro que para la siguiente eliminatoria ya todo estaría olvidado.
Rodilla al suelo, brazos cruzados y mirada al frente. Colin Kaepernick junto a otros dos jugadores de la NFL rechazaron todas las formas de racismo en septiembre de 2016, mientras el estadio entonaba el Star-Spangled Banner. “No me levantaré para mostrar mi orgullo por una bandera y un país que oprime a la gente negra y a las minorías raciales. Esto es más grande que el fútbol americano y sería egoísta de mi parte mirar hacia otro lado. Hay cuerpos tirados en las calles y policías cobrando salario tras haber cometido asesinatos”, señaló el quarterback de los 49ers de San Francisco. Cuatro años después, tras el vil homicidio de George Floyd en Minneapolis, decenas de deportistas en EE.UU. y Europa arriesgaron sus carreras emulando el gesto de Kaepernick en apoyo al movimiento Black Lives Matter; para ellos fue suficiente uno, George. En Colombia, la cuenta pasó de ochenta (80) y no merecimos ni un saludito, ni un puñito arriba, ni un tímido gesto, nada. Nunca he sido muy futbolero, pero desde entonces siempre le hago fuerza al equipo contrario, –lo siento, pero es así– y eso cuando me entero. La camiseta “tricolor” no me representa en absoluto, me produce vergüenza. Para mí no es motivo de orgullo, no encarna más que otro símbolo de ese viejo país que enaltece el individualismo y la vulgaridad. “Plata es plata”, ese es el lema que deberían estampar en la camiseta. Le combinaría perfecto a la grosería del malcriado mediocampista Rodríguez.
Y sí, ahí los vimos celebrando. En el palco de la indecencia se reunían Jesurún, alias “fico”, el amo Char, y Karen (la del apellido raro que se convirtió en verbo). Y entonces Gustavo publica la foto de estos en pleno jolgorio, sin texto alguno y con el rostro eufórico de aquella resaltado. Exhibe la foto un par de horas y después la borra; algunos influencers y figuras secundarias lo criticaron. Yo, por el contrario, celebro el estilo punkero que cada tanto nos deja ver el presidente. Evidencia que es un ser de carne y hueso, que está vivo, nada parecido a los monigotes que lo precedieron. Sencillamente demostró su indignación cuando estos canallas se atrevieron a meterse con la menor de sus hijas. Muchos le recomendaron arredrarse, esconderse, amilanarse, dejar que maltrataran a Antonella impunemente. En verdad, me fastidia ver a algunos que alcanzan una pizca de fama y asumen las molduras tradicionales después de haberse vendido como representantes de la indignación. Al país no lo está matando la pereza sino la falta de coraje. —Por eso me pongo en estas, y tú, sí, tú, deberías ponerte en las mismas.
Y Petro nos está dando ejemplo. Ejemplo de coraje y temeridad. Pararse frente a los genocidas del norte global y llamarlos por su nombre: GENOCIDAS. Él sabía lo que le corría pierna arriba y por eso los ataques han recrudecido. Los medios basura pasaron del acoso al linchamiento y no sobra el estúpido que, a pesar de no ser algún tipo de energúmeno fascista, se une al coro de la ordinariez porque le resulta divertido sumarse a la masa. Y a Gustavo lo han golpeado con toda, y claro que sí, se le ve despeinado, pero jamás rendido, basta con escucharlo. Su aguante y audacia, eso sí me hace sentir orgulloso: estar por primera vez representados frente al mundo por un presidente que no se arrodilla, todo lo contrario, lidera desde una posición de dignidad para detener la barbarie en Palestina.
Aquí no ha habido ninguna derrota: El partido está abierto y vamos empatados 1 – 1. Ellos no tienen nada diferente que ofrecer al juego sucio de siempre; “jugaditas” como revelaba el bachiller Macías, representante dilecto de ese país de la trampa y el engaño. Celebrar la bajeza que cometieron con Antonella y presentarla como una victoria política es una muestra patente de su debilidad. Son seres de “pasiones tristes” como diría el enorme García Linera.
Pero y entonces, ¿tenemos lo necesario para remontar? No lo sabemos, pero no importa. Hay que salir a la cancha a sudarse la camiseta de la dignidad, aun cuando sabemos que el oponente tiene al árbitro comprado. Ellos con guayos de marca y nosotros con pies descalzos. Ellos severos troncos bien empericados, nosotros el mero fair play. Es el momento de demostrar que somos un pueblo de resistencia legendaria, sin dejarse infectar por la degradación moral que hiede en cada esquina. Tal vez por eso nos metieron este gol, porque candidatos en varias listas y directivas del Pacto se dejaron contaminar por la cultura política podrida de este país. Pero lo que tenemos es una cantera muy potente de juventudes y procesos de base con todo el coraje, preparados y ansiosos por saltar a la cancha. A Ustedes les digo: No se dejen desalentar por la mezquindad de los dussanes atornillados en nuestros instrumentos políticos. —Materia para una siguiente entrega.
El mundo está complicado y aquí la pelea sigue abierta. Es el momento de ponerse las punteras y enjabonarse la cresta. Esto hay que punkerearlo con arte verdaderamente disruptivo y no marchando sobre el andén.
Ese viejo país forjado en los hornos del genocidio perpetuo brama en sus estertores de muerte. Nos corresponde coadyuvar al nacimiento del nuevo país que lucha por su alumbramiento mientras conducimos a ese, al viejo país, hacia el cierre de su ciclo histórico.
Esto más que un partido es un parto, así que: ¡A pujar!
P.S. Revisé hoy el canal de María Jimena Duzán en YouTube y pude constatar que durante las semanas posteriores a su canallada, las visualizaciones de sus videos se redujeron más de un 80%. Entra y obsérvalo con tus propios ojos, y de paso cancela tu suscripción si es que no lo has hecho aún. Que un desconocido como yo le hubiera escrito una carta le importará muy poco, pero tengo la plena certeza de que esto sí le pega duro en el ego, y bastante. Ni en pesadillas imaginó tal reducción de audiencias. El rechazo de miles ha sido contundente, y así debe ser siempre. Ustedes sí me hacen sentir orgulloso de ser colombiano.
https://www.facebook.com/camilizarazo/posts/pfbid02gSZ23dSQLKAicSkVYAjw7o5EHHwLhxcABz4BorjVMBExyx1W9y7nRWHTMdLDndS8l
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