
Arabia asesina

Se ha conocido, por fin, la transcripción de la grabación que el Gobierno de Turquía hacía con sus potentes y permanentes equipos de escuchas en el consulado de Arabia Saudita en Estambul, en el momento en que funcionarios del Gobierno de Riad asesinaban al periodista Khashoggui. La grabación es cruel y descarnada, y se oye hasta el último momento en que el asesinado periodista del Washington Post ruega que no lo asfixien porque es asmático. Pero, por supuesto, lo hacen y después, en un diálogo macabro, el médico legista que han llevado desde Arabia junto con el resto de asesinos a cumplir su cometido, deciden y explican entre unos a otros como van a desmembrar el cuerpo del periodista pese a que todavía está caliente y a meterlo en bolsas para sacarlo del recinto diplomático.
Más patetismo no puede vivirse y más conclusiones no pueden lograrse: el régimen de Arabia Saudita es un régimen asesino y ni tiene los escrúpulos de occidente ni respeta las normas elementales de la diplomacia. Pero lo grave no es que no nos convenzamos que ese país no es Arabia Saudita (de allí salió Bin Laden) sino Arabia asesina. Es que, como tal, todos los periodistas del mundo, no hayamos sido capaces todavía de encabezar desde ya una carta pública de rechazo absoluto a esta metodología, igual e importante como aquella carta que firmamos hace 40 años contra Fidel Castro cuando el caso Padilla.
No hay que pedirle ni a Trump ni a Alemania, ni siquiera a Macron, que condenen en la ONU o en donde sea al régimen del príncipe heredero que parece estar detrás de esta miserable masacre. Ninguno lo hará porque los árabes de Riad tienen el dinero y el petróleo fundamental para que esos países existan. Tampoco lo hará Turquía, aunque el asesinato se cometió en su territorio. Todos le temen a la plata o al poder de los sauditas o a sus cuchillos y venganzas.
Para leer más columnas de opinión del autor aquí. Escucha»ARABAI ASESINA,columna de Gardeazábal ADN, sept 12 2019″ en Spreaker.
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