La clase política preocupada ante la falta de respaldo popular a sus desacertadas e impuestas postulaciones a la alcaldía de la ciudad, no le queda más remedio que replantear sus acomodaciones. Si las elecciones fueran el próximo domingo, el candidato ganador será aquel que haya cautivado el apoyo de diferentes vertientes de opinión.
Según las encuestas la gran mayoría de electores no aceptan a los candidatos oficiales de los partidos que hasta la fecha han otorgado avales. Su rechazo se sintetiza en las imposiciones, la falta de definición en las reglas de juego, el rechazo al nepotismo, a las imposiciones inconsultas y antidemocráticas, que han originado la dispersión de militantes y simpatizantes, ante el carácter recio impositivo y dominante de quienes ostentan el poder decisorio en los partidos con personería jurídica otorgada por el Consejo Nacional Electoral. El efecto desertor lo origina la arrogante personalidad y la desconfianza suscitada por las inconsistencias y maquinaciones de la dirigencia, cuyos únicos avalistas son los senadores o representantes a la Cámara que cuentan con maquinaria electoral para imponer su voluntad a través de conspiraciones en aquelarres oprobiosos de conjuros ocultos.
Ante la poca aceptación en los sectores populares de sus candidatos, muchos claudicaron sus aspiraciones, otros persisten pero claman a gritos asesorías en marketing político, para hacer que los electores cambien sus apreciaciones frente a imposiciones nepotistas y partidistas donde no se privilegia el interés mayoritario sino la conveniencia de los dueños del poder y sus camarillas.
Los partidos políticos salen mal librados; según las encuestas el 32.5 por ciento de los payaneses considera que no tiene partido, el 17.5 por ciento, dice tener afinidad con el Partido Liberal, el 12.3 con el Partido de La U, el 10.1 con el Partido Conservador; el 8.8 con la Alianza Verde, el 6.9 a Cambio Radical; el 4.8 al Polo Democrático, el 3.6 se considera del Centro Democrático, el 1.5 del MIRA, el 0.7 de la Unión Patriótica y el 0.6 de Opción Ciudadana.
Las encuestas indican que el electorado está indeciso, no encuentra identidad con los partidos y busca castigar a los caciques que por años han direccionado la política local con promesas y acuerdos incumplidos; los consideran una casta política decadente, clientelista, rodeada de camarillas y organizaciones electoreras que se creen dueños de la alcurnia y de las decisiones impositivas, cuando soslayan y descalifican a quienes los cuestionan por el incumplimiento de sus promesas, cuya actitud egoísta, ha impedido nuevos liderazgos al excluir a toda costa a sus voceros legítimos quienes con nuevas propuestas y proyectos de ciudad proponen resolver las dificultades de la comunidad.
La clase política, ante el rechazo popular, de manera desesperada busca infructuosamente candidatos en Bogotá, para frenar el avance sorprendente de la convergencia multisectorial que avanza vertiginosamente para liberar de sus fauces a nuestra aniquilada ciudad. Sólo quien logre articular las mayorías con un proyecto político alternativo, incluyente, participativo y democrático, logrará coronarse con los laureles de la victoria al ser ungido por voluntad popular como alcalde de la ciudad. Amanecerá y veremos.
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