De: Mario Pachajoa Burbano
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Antonia era la esclava de la familia del ex presidente José Hilario López Valdés.
José Hilario López Valdés, -presidente de la Nueva Granada (1849-1954) y quien sucedió en la Presidencia al Gran General Tomás Cipriano de Mosquera y precedió en dicho cargo, al General José María Obando-, cuenta en sus «Memorias» que «nací en la ciudad de Popayán el 18 de febrero de 1798. Mis ascendientes pertenecían a las primeras familias de la antigua nobleza: mi padre era oficial real de la Santa Cruzada, desde mi nacimiento me tomó a su cargo mi abuela paterna Manuela Hurtado, en la consideración de ser yo el primogénito de su primogénito; y logré ser su predilecto y mimado en extremo. Mi familla no era rica, pero poseía una fortuna suficiente para vivir con decencia y desahogo».
«Mi abuela pretendía que siguiese la carrera eclesiástica. Yo no amaba sino los placeres del campo, ni deseaba saber mas que física y matemáticas. Poco después se despertó en mi el deseo de la gloria militar».
José Hilario a la edad de 13 años y sus dos hermanos, quedaron huérfanos, y en la completa ruina por las guerras de independencia del Sur y la malversación del tutor y administrador de los bienes heredados. A pesar de este triste comienzo, pero empleando el joven José Hilario poderosos y exitosos esfuerzos contra las adversidades, este payanés logró numerosos éxitos y satisfacciones en el campo militar y político, que lo condujeron a la presidencia de la Nueva Granada.
Transcribimos de sus «Memorias» los agradecimientos, de este gran hombre, a las personas que le ayudaron a él y a sus hermanos, en los momentos más tristes de sus vidas.
«Las señoras María Manuela y Gertrudis Tenorio, hijas del antiguo alférez real Antonio Tenorio y primas mías, que fueron las pocas personas de entre mis parientes que me favorecieron un tanto para no dejarme morir de hambre en mi país natal y en medio de muchos deudos poderosos». «También debo recordar agradecido que mi primo Manuel López y Escovar, pasando de Antioquia para Quito, auxilió a mis hermanos con algunas prendas de ropa para vestirse, según me lo dijo la virtuosa Antonia, cuando ellos se encontraban en tal estado de desnudez que ya no podían asistir a la escuela. Hubo tiempo que, en medio de la espantosa revolución que afligió y desoló a Popayán, la pobre Antonia no alcanzaba a ganar lo suficiente para su manutención y la de sus tiernos hijos adoptivos, a veces por falta de trabajo, pues aquella ciudad tan opulenta y tan valiosa a si mismo, por su importancia moral era incesantemente acometida y ocupada por los dos bandos beligerantes, distinguiéndose en depredaciones y crueldad del realista, que entraba en ella a saco; y sus moradores huían hasta donde les era posible para librarse de la muerte y los ultrajes; en términos que en uno de esos interregnos de la ciudad quedó tan desierta que no habiendo hombres siquiera para enterrar a los muertos, algunas caritativas mujeres ejercían esas funcionales y aún otras más sublimes en las ceremonias religiosas.»
«Esta es la ocasión de rendir mi más expresivo homenaje de admiración y de gratitud a una santa mujer, llamada Antonia, esclava heredada de mi padre que con el más solícito afán y trabajando día y noche sin descano, con el producto de sus labores y vigilias sostuvo a mis dos hermanos menores y aún les procuró los primeros conocimientos escolares, durante más de seis años. A principios de 1823 en que regresé a Popayán y recibí los informes de que acabo de hacer mención, mi primer acto fue abrazar a Antonia bañándola con mis lágrimas, apellidándola segunda madre de mis desvalidos hermanos y dándole la libertad bien merecida, para satisfacerle así una parte de la suma inmensa de beneficios de que la éramos deudores. En seguida publiqué en su honor un articulo, que se insertó también El Fósforo, periódico de aquella ciudad. Nunca podré olvidar a esa criatura angelical, que aún siendo esclava, poseía las virtudes de excelsas de la matrona más venerable. ¡Dios la haya colocado entre sus escogidos en premio de tanto mérito!
«¡Jóvenes talentosos de Popayán! reunid los datos necesarios y escribid la historia de vuestra patria para honrar la memoria de vuestros padres y excitar la emulación universal. Tened presente que Popayán ha producido héroes y heroínas, que en medio de las más espantosas tormentas y aún de su miseria misma, han conservado su dignidad y héchose respetar de los ambiciosos de todos los tiempos. Yo os declaro que me enorgullezco cuando recuerdo que soy hijo de ese país, más grande todavía por su historia en medio de su decadencia que por su antigua riqueza proverbial.»
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Notas biográficas sobre el General José Hilario López Valdés, se encuentra haciendo clic sobre su nombre.
Cordialmente.
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