Las palabras son un reflejo de nuestros pensamientos y sentimientos. Nuestra vida la crean nuestros pensamientos ya sean buenos o malos, ellos la rigen; luego son transformados en palabras y por último en hechos.
El ser humano utiliza la lengua para un fin indispensable, LA COMUNICACIÓN. Pero ella ha avanzado extraordinariamente, está llegando a ser denigrante en nuestra sociedad. Nuestros niños son a quienes les dejamos este «grandioso legado», porque no hacerlo de la mejor forma, adecuada y satisfactoriamente, de esta manera formaremos seres brillantes e inteligentes, donde la palabra es su poder y los libros su compañía, estos serán su apoyo para crecer intelectual y sabiamente enfrentarse a la vida en que transcurrimos y moriremos.
Las palabras pueden confundir, herir o perturbar, y a la inversa tienen el poder de alegrar, ayudar, enseñar y sanar. Desafortunadamente nuestras palabras se están inclinando más a herir que a sanar, de tal manera que el valor de la palabra se pierde día a día. Con frecuencia se convierten trágicamente en un arma destructora que en el momento menos esperando va directo a herir. Debemos aprender a pensar antes de hablar; es importante reflexionar sobre lo que diremos porque a veces la ira ata a quienes se las decimos, por esta razón se dice «Dios nos dio dos oídos y una boca, usémosla en la misma proporción». Es decir, hablemos menos y escuchemos más; recordemos siempre escuchar dos versiones de una situación dada no actuemos a la ligera.
La lengua es el don creado por Dios para hacer de ella la mejor herramienta. Y aunque muchos no la sepan utilizar debemos siempre ir y mirar hacia adelante, en ocasiones nos hará sentir mal, humillados, ofendidos, lastimados; serán clavadas como un puñal, pero como dice Job 19-2, «hasta cuándo angustiareis mi alma y moleréis con palabras? “Las palabras nunca me herirán”. Tal vez suene como, no le daré importancia, pero no lo es, es simplemente dejar que esas palabras entren pero que no te afecten, debemos saber escuchar, en ocasiones no interpretamos adecuadamente lo que nos dicen, si lo hacemos bien, de esta manera responderemos. Todo gira en torno a tan sólo una palabra o frase en un diálogo, ya sea, un «hola», solo esa palabra dice mucho en como la expresas y el tono en que lo dices, nuestro cuerpo dice mucho, en ocasiones sin quererlo. una buena palabra de aliento puede cambiar el día de cualquiera esté o no bien.
Si nuestro vocabulario es pobre y pesimista, así es nuestra vida. Queremos abundancia, queremos paz, queremos ser felices, queremos una vida exquisita y exitosa; pero si nuestra boca declara lo contrario, no es posible. De nuestras palabras depende nuestro futuro, así que es momento de cambiar nuestra vida, cuidando las palabras que decimos y nuestra forma de hablar; ampliando nuestro léxico para tener mayor expresión y causar gran efecto e impacto en los demás.
Las palabras toman gran poder en nuestro subconsciente y de alguna manera terminan convirtiéndose en realidad. Así que debemos estar más atentos a lo decimos y pensamos.
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