Sábado, 3 de junio de 2023. Última actualización: Hoy

40 AÑOS

El viernes 31 marzo, 2023 a las 9:25 am
40 AÑOS
Imagen: «Terremoto». De la serie «Dibujos surreales», lápiz sobre papel Canson, 70 x 50 cm, año 1983, por RVQ

40 AÑOS

Rodrigo Valencia Q

   No son sólo los acontecimientos memorables, épicos, heroicos y felices los que marcan la historia; también los hechos trágicos, nefastos, con sus lunares de dolor, resaltan el tiempo histórico de manera inevitable.

   La tarde anterior, miércoles santo, asistimos a un maravilloso concierto del clavecinista colombiano Rafael Puyana en el templo La Encarnación, en el marco del Festival de Música Religiosa de Popayán, ese año. El lleno era abrumador, y un calor extraño a las 5 de la tarde como que presagiaba un acontecimiento inusual.

   Al día siguiente, jueves santo, me acababa de bañar, y Amparo comenzó a gritar horrorizada. Sacó al niño de la cuna (dice que miraba asustado), mientras algunos leves escombros caían en ella y el caballete del techo, en la pared de atrás del cuarto, junto a la cuna, amenazaba con caer sobre el lote contiguo. La casa se zarandeaba de manera horrible, y al salir a la sala-comedor, los tejados amenazaban ruina; todos los caballetes laterales de las paredes se habían abierto, aunque no alcanzaron a caer al piso. Desesperados, tratábamos de salir de la casa, pero la puerta se había trabado, no abría.

   Una vez afuera, una vecina llegó aterrorizada en bicicleta; «¡El niño está atrapado!», gritó, y cayó desmayada. Desde nuestro barrio Campamento se veía una nube de polvo subiendo al cielo hacia el centro de la ciudad. Por alguna razón que el destino ordena, mi hermana Norma no asistió, como siempre lo hacía, a la misa de las 8 am en la Catedral, donde usualmente se sentaba bajo la cúpula, que quedó totalmente en el suelo.

   Monté en el viejo zastawa amarillo para ver qué había pasado en el centro. Cables de la energía habían caído a las calles, y por instantes dudaba si era pertinente pasar con el carro sobre ellos, pero el instinto me hizo seguir. Una amiga hizo señas y me pidió el favor de llevarla al conjunto de los bloques de apartamentos Pubenza a percatarse de algún familiar. Mi asombro se confundía con mi no entender ni asimilar la situación: una masa de edificaciones de ladrillo a la vista mostraba caóticamente su inimaginable derrumbe, y la gente no atinaba qué hacer. De allí me fui a la calle de la Herrería a ver la casa paterna. Papá, mamá, Norma, Luis Carlos y Rocío estaban en el andén; lo mismo, todo el mundo estaba en la calle; la tragedia se dibujaba en todos los rostros… ¡Todo era terrible!

   De allí en adelante, cada quien tiene algo qué contar al respecto. Hoy, 31 de marzo de 2023, se cumplen 40 años del tremendo acontecimiento; la ciudad muestra otro rostro; todo cambió en muchos sentidos… Los gritos y llantos quedaron atrás, pero todavía permanecen las heridas luctuosas lacerando el tiempo.

   **RVQ**

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